El Papa ante la tumba de la beata australiana que había sido excomulgada

Mary MacKillop, sierva de los pobres y analfabetos

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SYDNEY, jueves, 17 julio 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI visitó en la mañana de este jueves la tumba de la primera beata australiana, Mary MacKillop, cofundadora de las Religiosas de San José, sierva de los pobres y analfabetos, que injustamente fue excomulgada.

Cuando la superiora de las hermanas de San José se dirigió a él Papa para asegurar que Australia reza para que sea proclamada santa, el Papa respondió: «Un día será canonizada, estamos esperando un milagro».

Poco antes, en la ceremonia de bienvenida que le concedieron las autoridades australianas en el palacio del Gobierno de Sydney, el Papa la presentó como «una de las figuras eminentes de la historia de este país».

«Sé que su perseverancia frente a la adversidad, sus intervenciones para defender a cuantos eran tratados injustamente y su ejemplo concreto de santidad han llegado a ser fuente de inspiración para todos los australianos», afirmó.

«Generaciones de australianos tienen motivos para agradecer a ella, a las Religiosas de san José del Sagrado Corazón y a otras congregaciones religiosas la red de escuelas que han fundado aquí, así como también el testimonio de la vida consagrada».

Mary MacKillop, beatificada por Juan Pablo II en 1995, en Sydney, nació en Melbourne en 1842, en el seno de una familia que había emigrado de Escocia.

Cuando el Padre Julian Tennyson Woods conoció a Mary en 1861, fue inspirado por su deseo de servir a Dios, y compartieron la convicción poco común en esa época de que todos los niños debían tener acceso a la educación católica. Por este motivo, fundaron la congregación religiosa.

Su extraordinaria obra educativa le atrajo los celos de muchas personas, incluso dentro de la Iglesia, quienes ejercieron presiones y llevaron a que el obispo de Adelaida dictara su excomunión.

Mary respondió con obediencia. El mismo obispo la volvió a acoger en la comunión con la Iglesia, antes de su muerte, reconociendo su grave error con humildad.

Murió el 8 de agosto de 1909. Sus hijas religiosas siguen viviendo su espíritu con el lema: «Nunca dejar una necesidad sin hacer algo para remediarla».

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ZENIT Staff

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