NAIROBI, domingo, 27 julio 2008 (ZENIT.org).- Aunque el primer ministro de Kenia estuvo en Londres esta semana asegurando a los inversores que su país se está recuperando de la violencia estallada tras las elecciones, las cicatrices de aquellas semanas de conflictos han dejado su marca.
Según los obispos del país, una de las consecuencias de la violencia de enero-febrero sobre los discutidos resultados de las elecciones es una revuelta en las escuelas.
El presidente Mwai Kibaki fue declarado ganador sobre Raila Odinga en la discutida elección del pasado diciembre. La agitación acabó con un acuerdo de poder compartido por el que Odinga fue nombrado primer ministro, asumiendo el cargo en abril.
Pero las semanas de violencia dejaron la cicatriz de la indisciplina en las escuelas, lamentan los obispos. Según la agencia Fides, más de trescientas escuelas secundarias está en revuelta en Kenia. En algunas situaciones, incluyendo a un seminario menor de la archidiócesis de Nairobi, los estudiantes mismos han saqueado y quemado los edificios escolares.
El cardenal John Njue, arzobispo de Nairobi, convocó una rueda de prensa este miércoles para explicar la postura de la Iglesia en esta situación. La Conferencia Episcopal emitió una declaración ese día, firmada por el obispo Maurice Crowley, presidente de la Comisión de Educación, que explicaba el punto de vista de los prelados sobre las causas de la agitación y los pasos hacia una solución.
Los obispos enumeran 31 causas subyacentes a la situación, incluyendo la violencia post electoral, pero también detallando una situación social caracterizada por un falta de sólidas estructuras familiares y un sistema educativo corrupto.
Respecto a la violencia post electoral, escriben: «La responsabilidad moral de [algunos estudiantes] fue totalmente anulada. Quemaron casas, vieron a la gente irse, a los niños falleciendo de cansancio, hambrientos y sedientos. Se hicieron inmunes a cualquier sentimiento de humanidad. Miraban sus acciones como exitosas cuando veían asesinar a la gente y destruir las propiedades. Estamos viendo ahora el resultado de esta demonización de la responsabilidad moral».
«No fueron regañados por sus padres o por los mayores. De hecho, fueron vistos como héroes. Cuando los estudiantes volvieron a la escuela, fueron con la idea de que al haber tenido éxito y ser héroes necesitaban romper y destruir el sistema».
Pero los obispos son claros en que la violencia que siguió a las elecciones de diciembre es sólo un factor. También denuncian elementos que llevaron a la agitación, que van desde inadecuadas asociaciones padres-profesores hasta una falta de oportunidades de empleo o normas que han eliminado el tiempo de vacaciones, así como el uso de los estudiantes de los teléfonos móviles para animar e informar de sus revueltas.
La lista de soluciones sugeridas por los obispos es igualmente amplia. Incluye ideas tales como seguir la educación para profesores, mejorar la relación estudiante-profesor, y la entrega inmediata de los fondos del Ministerio de Educación y de las tasas de educación.
«Kenia –concluye la declaración–. No puede arriesgarse a perder una generación por la irresponsabilidad e irracionalidad».
Traducido del inglés por Nieves San Martín