NUEVA DELHI, jueves, 31 julio 2008 (ZENIT.org).- El arzobispo de Gandhinagar, monseñor Stanislaus Fernandes, como presidente de la Conferencia Episcopal de la India, ha condenado en un comunicado la serie de atentados con dinamita del 26 de julio enAhmedabad -deciséis explosiones que provocaron al menos 49 muertos y 160 heridos- y del 25 en Bangalore, con una víctima mortal y siete heridos.
«Las bombas de Ahmedabad y de Bangalore son un ataque a la armonía social de toda la India, llevado a cabo por fanáticos que causan muerte y devastación», declaró el prelado, según informa «L’Osservatore Romano».
Ingentes fuerzas de policía y del ejército vigilan desde hace días las calles y las plazas de las dos ciudades que en el pasado ya fueron teatro de enfrentamientos entre grupos de extremistas islámicos e hinduistas. Muchos habitantes están todavá asustados, y temiendo ulteriores atentados se quedan encerrados en casa también durante el día saliendo sólo por motivos indispensables.
«La Iglesia católica india condena del modo más enérgico posible esta violencia sin sentido –declaró el arzobispo Fernandes a un corresponsal de AsiaNews–. Puso enseguida a disposición los propios medios para las víctimas».
El prelado añadió que «estos atentados odiosos quieren dividir al país y provocar en la población un sentido de inseguridad y de miedo. Pero hemos visto personas de toda comunidad correr enseguida a ayudar a las víctimas, sin distinción, con una solidaridad humana que ha prevalecido sobre el intento de sembrar el pánico».
Ante a la ferocidad de los terroristas y el dolor por las víctimas inocentes, el prelado no duda en expresar su esperanza cristiana: «Tambien yo estoy muy preocupado por estas explosiones y tengo miedo de que pueda hacer represalias, pero tengo también la esperanza de que el amado pueblo de nuestra India esté unido en la tragedia y se ayude recíprocamente sin distinción de casta o religión, sin dejar prevalecer el intento de crear divisiones».
En 2002, la ciudad de Ahmedabad y la región del Gujarat fueron embestidas por oleadas de amplios actos de violencia religiosa entre fanáticos musulmanes e hinduistas, que provocaron miles de víctimas sobre todo entre los musulmanes.
Tras repetidas amenazas de venganza, los atentados fueron reivindicados por el poco conocido grupo extremista islámico Indian Mijahideen, con un mensaje enviado con pocos minutos de antelación respecto a la primera explosión. En el texto transmitido, los extremistas afirmaban querer vengar a las víctimas de las masacres de 2002. El mismo grupo de terroristas había reivindicado la serie de atentados que mató a 63 personas en Jaipur en mayo pasado.
Las últimas acciones terroristas han sido condenadas también por los órganos de información de la comunidad musulmana.
En el diario «Urdu Times» de 28 de julio, se publicó un editorial titulado «Los atentados dinamiteros sustituyen a las revueltas de las comunidades». El autor sostiene que los terroristas buscan dividir al país y a las comunidades étnicas y religiosas que hay en él y constata que «con estos ataques, los hindúes son empujados a cultivar todos los posibles sentimientos antimusulmanes».
En otro artículo del mismo órgano de información, el comentarista Farooque Ansari subraya que «los mayores enemigos de este país no están fuera sino dentro». El artículo termina exhortando a que «todos los indios actúen unidos para derrotar a tantos enemigos que hay entre nosotros».
Todas las primeras páginas de los diarios en lengua urdu (la más difundida entre los indios de fe islámica) subrayan la noticia de la ‘fatwa’ emitida por el Shabi Imam de Punjab, Maulana Habibur Rehman Ludhianvi, que ha definido los atentados terroristas en Ahmedabad y Bangalores actos inhumanos, pidiendo por ello un castigo máximo.
En sus declaraciones, el religioso islámico afirma que «los terroristas asesinos no pueden definirse musulmanes. Son mercaderes de muerte y por esto merecen ser castigados».
En febrero pasado, expertos en teología provenientes de seis mil diversos institutos islámicos se reunieron en Rarul-Uloom Deoband, una influyente escuela del norte de la India con más de 150 años de tradición, para denunciar el fenómeno del terrorismo como conceptualmente «antiislámico».
Las recientes acciones terroristas de los extremistas, lamentablemente, suscitan un eco «mucho mayor respecto los sabios pero sumisos llamamientos de los religiosos islámicos moderados»
Traducido del italiano por Nieves San Martín