CASTEL GANDOLFO, lunes 1 de septiembre de 2008 (ZENIT.org) Benedicto XVI recibió este lunes a la política franco-colombiana Ingrid Betancourt en el palacio apostólico de Castel Gandolfo.
El encuentro, que duró poco menos de media hora, fue de carácter privado y no se hicieron declaraciones posteriores. La ex prisionera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) acudió acompañada de algunos familiares, entre ellos su madre, Yolanda Pulecio, junto con monseñor Vincenzo Paglia, obispo de Terni y Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio.
El padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede constató la intensa conmoción que ha caracterizado este encuentro, que ha durado unos 25 minutos.
«Un clima –ha calificado Lombardi– de grandísima conmoción, porque Ingrid anhelaba muchísimo este encuentro con el Santo Padre. Lo había dicho desde el primer momento de su liberación. Y ello porque el tiempo de su prisión ha sido para ella un tiempo de gran experiencia espiritual, de oración».
El portavoz vaticano ha evocado el deseo manifestado por Betancourt «de manifestar al Santo Padre la importancia que la fe ha tenido, al sostenerla en este tiempo de esta prueba tan difícil. Y quería también agradecerle al Papa por su oración y su cercanía. Por los distintos signos con los cuales el Papa ha manifestado su pensamiento y su apoyo espiritual a todos los rehenes. Y, en particular, naturalmente también a ella».
El padre Lombardi ha recordado que también «la mamá de Ingrid Betancourt había sido recibida por el Santo Padre, durante una audiencia general, y que ella también había recibido palabras de aliento, de las que Ingrid había sido informada durante su secuestro, por medio de la radio y ello la había emocionado profundamente. Por lo que el encuentro de hoy sella una experiencia ciertamente de sufrimiento pero también de gran intensidad espiritual».
Durante el largo cautiverio de Ingrid Betancourt, hubo varios llamamientos por parte de la Iglesia colombiana y del Papa para su liberación, junto con la de los otros cientos de rehenes en poder del grupo armado FARC.