En segundo lugar, el obispo neoyorquino propone la "responsabilidad y la necesidad de dar cuentas".

"Está claro que se requieren medidas efectivas que reconduzcan las prácticas, conductas y juicios erróneos que han llevado a la crisis. Quienes han contribuido directamente a esta crisis o se han aprovechado de ella no deberían ser recompensados o escapar sin dar cuentas del daño que han causado", afirmó.

Conocer las necesidades

En tercer lugar, el prelado explicó que en cualquier caso, el mercado siempre tendrá "ventajas y desventajas".

"Hay necesidades humanas que no encuentran sitio en el mercado", afirmó monseñor Murphy. "Es un estricto deber de justicia y de verdad no permitir que necesidades humanas fundamentales queden insatisfechas".

En este sentido, pidió una "renovación de los instrumentos de control y corrección de las instituciones económicas y de la industria financiera, así como una regulación y protección públicas efectivas más extensas".

"La solidaridad y el bien común" es el cuarto principio propuesto por el prelado.

"El principio de solidaridad nos recuerda que estamos unidos y nos advierte que buscar solamente el interés propio puede empeorar las cosas", explicó. "El principio de solidaridad nos compromete a buscar el bien común, no la ganancia de una parte o la ventaja económica".

Fnalmente, el obispo de Rockville propuso el principio de subsidiariedad.

"La subsidiariedad traslada la responsabilidad a los agentes privados y a las instituciones, para que acepten sus propias obligaciones", añadió. "Si ellos no lo hacen, entonces las grandes entidades, incluyendo al gobierno, tendrán que asumir lo que las instituciones privadas no han podido llevar a cabo".

El prelado concluyó su escrito citando unas palabras de la encíclica Centessimus annus: "Nuestra tradición católica nos remite a una sociedad del trabajo, de la iniciativa y de la participación, que no está directamente contra el mercado, pero que exige que el mercado sea controlado apropiadamente por las fuerzas sociales y por el Estado para garantizar que las necesidades básicas de toda la sociedad son satisfechas".

"Estas palabras de Juan Pablo II deberían adoptarse como lema por parte de todos aquellos que tienen responsabilidades hacia la nación, el mundo entero y el bien común de todos", concluyó.

Traducción del inglés por Inma Álvarez