CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 5 septiembre 2008 (ZENIT.org</u>).- Para vencer a la violencia de la que son víctimas en estas semanas los cristianos en la India, se necesitan auténticos discípulos de Cristo, afirma sor Mary Nirmala Joshi, superiora general de las Misioneras de la Caridad.
La religiosa, que sucedió a la Madre teresa de Calcuta al frente de la congregación, explica a «L’Osservatore Romano» que «el testimonio cristiano necesario en la India hoy consiste en ser discípulos auténticos de Cristo en el amor por la persona de Cristo y en el vivir plenamente la enseñanza que nos ha dejado en el sermón del monte».
El pasado 28 de agosto, sor Nirmala dirigió al pueblo de Orissa y de toda la India un mensaje en el que recordó que «no hay que usar la religión para dividirnos y que la violencia en nombre de la religión es abusar de la misma religión».
«Como repetía la madre Teresa: ‘la religión es una obra de amor. No está hecha para destruir la paz y la unidad'», observó.
«En nombre de nuestra nación y de nuestra noble herencia, en nombre de los pobres, de los niños y de todos nuestros hermanos y hermanas víctimas de esta insensata violencia y destrucción: recemos, abrámonos a la luz y al amor de Dios; depongamos las armas del odio y de la violencia y endosemos la armadura del amor; perdonémonos los unos a los otros por el mal que nos hemos hecho», propuso.
«Pidamos a la madre Teresa que interceda para que podamos convertirnos en instrumentos de Dios y de su paz, constructores de la civilización del amor».
Con motivo de la fiesta litúrgica de la beata teresa de Calcula, el 5 de septiembre, aniversario de su muerte, sor Nirmala expresa «profunda gratitud a Dios por el don de su vida de santidad y de su misión mundial de amor por los más pobres entre los pobres, los menos amados, los menos deseados, los más olvidados entre los hijos de Dios, prescindiendo de la casta, del credo, de la nacionalidad o de la cultura».
Este agradecimiento, observa, se expresa «con la oración, con el sacrificio y con humildes servicios de amor hacia nuestros hermanos y nuestras hermanas que están en necesidad» pero también «renovando nuestro deseo de santidad y la determinación de llegar a ser santos, inspirados por su ejemplo».
Del mismo modo, se recuerda a la beata «como potente instrumento de intercesión en el cielo, que nos ha sido dada por Dios, implorando su intercesión potente y eficaz por la paz y la armonía entre todos en Orissa y en todas las áreas atormentadas del mundo, y por las necesidades de cuantos sufren».
En estos días se están celebrando en Calcuta, sobre la tumba de la beata, misas precedidas del rezo del rosario, en las que participan parroquias de Calcuta y de las zonas cercanas, las religiosas y los hermanos misioneros de la Caridad, los enfermos y los niños de sus casas y también «personas no católicas pertenecientes a todas las religiones» que «vienen a rendir homenaje, rezando, ofreciendo flores y velas e implorando la intercesión de la Madre por sus necesidades y por las del país y el mundo».
«Está previsto también un encuentro de oración entre las religiones», recuerda.
El gran amor que todos tienen a la Madre Teresa deriva del hecho de que «enseñó con las palabras y con el ejemplo que cualquier cosa que hagamos al último de nuestros hermanos la hacemos a Dios mismo».
«Los habitantes de la India están muy orgullosos de la Madre –subraya sor Nirmala–. En ella han encontrado a alguien que de verdad se preocupa por ellos. Su vida es para ellos fuente de inspiración. En su nombre todos los corazones y todas las puertas se abren».
Los indios, afirmó, «en ella ven a una india auténtica» y «la encarnación de Dios mismo».
Traducido del italiano por Nieves San Martín