Benedicto XVI pide oraciones y ayuda para madres solas

En su peregrinación al Santuario de Bonaria en Cerdeña

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CAGLIARI, lunes, 8 septiembre 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI encomendó a la Virgen a las madres del mundo, en particular a las que tienen que cuidar de sus hijos solas, al visitar este domingo en Cerdeña el santuario de Nuestra Señora de Bonaria.

Desde la explanada del polo de peregrinaciones más importante de esta isla italiana, el pontífice celebró una multitudinaria eucaristía que culminó con esta plegaria: «Con inmenso reconocimiento, pedimos a María, Madre del Verbo encarnado y Madre nuestra, que proteja a cada mamá terrena».

Y el pontífice añadió: «a aquéllas que, junto al marido educan a los hijos en un contexto familiar armonioso, y a aquéllas que, por muchos motivos, tienen que afrontar solas una tarea tan ardua».

«Que todas puedan desempeñar con entrega y fidelidad su servicio cotidiano en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. ¡Que para todas la Virgen sea apoyo, consuelo y esperanza!», deseó el Santo Padre.

Antes de iniciar la misa, Benedicto XVI había saludado a un grupo de enfermos y a un grupo de abuelos centenarios, símbolo de la famosa longevidad de la que gozan los habitantes de la isla sarda.

Ha sido la undécima visita pastoral a Italia del pontificado de Benedicto XVI.

A su llegada a Cagliari, en torno a las nueve y media de la mañana, fue acogido en el aeropuerto de Elmas, por el arzobispo de esta diócesis, monseñor Giuseppe Mani, por el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, y otras autoridades civiles y religiosas.

Tras la misa, ya en la tarde, el Papa tuvo un encuentro con los sacerdotes, los seminaristas y la comunidad de la Facultad Pontificia Teológica de Cerdeña, en la catedral de Cagliari.

La visita pastoral culminó con el esperado encuentro con los jóvenes, en la plaza Yenne, antes de regresar al aeropuerto de Ciampino, en Roma, poco después de las siete y media de la tarde.

La importancia del Santuario de Nuestra Señora de Bonaria se comprende mejor si se tiene en cuenta que ha dado nombre a la capital de Argentina, Buenos Aires.

Bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Ayre o de los Buenos Aires, Don Pedro de Mendoza fundó el 2 de febrero de 1536, el primer asentamiento de la que sería la metrópoli y en su honor los Padres Mercedarios levantaron en la capital argentina un bello templo de estilo neogótico.

Estos mismos religiosos –dos de los cuales llegaron con la expedición de Mendoza trayendo una imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Bonaria– cuidan también el santuario de Bonaria en la isla de Cerdeña, donde se originó esta advocación, y de donde la trajeron los españoles que la tenían como patrona de los marineros.

Juan de Garay, al fundar la ciudad (la de Mendoza había sido destruida por los indígenas), el 11 de junio de 1580, la bautizó con el nombre de Ciudad de la Santísima Trinidad en el puerto de Santa María del Buen Aire.

 

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ZENIT Staff

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