CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 14 de septiembre de 2008 (ZENIT.org) Caritas Internationalis ha lanzado un llamamiento pidiendo ayuda por valor de 4,3 millones de dólares (alrededor de 3 millones de euros) para ayudar a Haití después de una serie de tormentas tropicales que ha devastado el país caribeño.
En un comunicado enviado a ZENIT, la organización recuerda que ya ha empezado a ayudar a las personas afectadas de modo más grave, aunque muchas comunidades han quedado aisladas y por tanto es difícil llegar hasta ellas.
Después de cuatro tempestades tropicales en menos de un mes, 600.000 personas están sin casa y el número de víctimas es aún incierto.
La Caritas ofrecerá ayudas alimentarias y medios de primera necesidad, como kit higiénicos, a cerca de 200.000 personas. De la misma forma, dará alojamientos temporales, agua y servicios sanitarios.
Gonaïves, en la costa occidental, es una de las ciudades más afectadas por las tormentas. La Caritas ayudará a 50 familias de Gonaïves, Jacmel y Les Cayes con material de construcción y letrinas, así como con asistencia técnica y formación.
El obispo de Gonaïves, monseñor Yves Marie Péan, afirma que «las víctimas son ya muchas» y «serán aún más si no conseguimos darles el apoyo inmediato que necesitan».
«Ayudadnos a socorrer a las víctimas a través de los esfuerzos ininterrumpidos de Caritas», pide el prelado.
Estos desastres naturales han tenido lugar en un momento en que en Haití la gran parte de la población lucha contra el aumento del coste de la vida.
Según Cáritas, la estación de los huracanes este año se ha unido al aumento del precio de los productos alimentarios provocando un impacto devastador en la población.
Cáritas Internationalis es una confederación de 162 organizaciones católicas de ayuda, desarrollo y servicio social, presente en más de 200 países y territorios, y responderá a esta emergencia a través de Caritas Haiti y CRS (miembro de Cáritas Estados Unidos).
Cáritas Haiti trabaja desde hace 33 años para afrontar las emergencias humanitarias. Fue creada en 1975 por la Conferencia Episcopal de Haití para responder al difundido problema del hambre en el país.