La recompensa del cristiano en la tierra: ser obrero del Señor, explica el Papa

Al comentar el pasaje evangélico del domingo en el Ángelus

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 21 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- Para el cristiano ser obrero en la viña del Señor es ya una recompensa en esta tierra, considera Benedicto XVI.

Al rezar este domingo a mediodía el Ángelus, comentó el pasaje evangélico de la liturgia del domingo, en el que Cristo narra la parábola del dueño de la viña que llama a obreros a diferentes horas del día, ofreciendo a todos el mismo salario independientemente de las horas de trabajo.

Al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, recordó las primeras palabras que pronunció como obispo de Roma el 19 de abril de 2005: «Después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido, a mí, un sencillo y humilde obrero de la viña del Señor».

Explicando las conclusiones que los cristianos pueden sacar de este Evangelio, Benedicto XVI explicó que Dios «no tolera, por así decir, el desempleo: quiere que todos trabajen en su viña».

«Y, en realidad, el ser llamados es ya la primera recompensa: poder trabajar en la viña del Señor, ponerse a su servicio, colaborar en su obra, constituye en sí un premio inestimable, que recompensa de todo cansancio».

Esto, añadió, «lo comprende sólo quien ama al Señor y a su Reino; quien, por el contrario, sólo trabaja por el salario nunca se dará cuenta del valor de este tesoro inestimable».

La lógica de Dios, dijo, «es diferente a la del mundo». Y citando la primera lectura de la liturgia dominical tomada del profeta Isaías, añadió: «No son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos».

El Papa puso como ejemplo a san Pablo, de quien la Iglesia está celebrando los dos mil años de su nacimiento, quien llegó a escribir «Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia». Y añadía: «Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger».

«Pablo comprendió bien que trabajar por el Señor es ya una recompensa en esta tierra», aseguró.

El sucesor de Pedro concluyó deseando que los cristianos respondan «siempre y con alegría a la llamada del Señor» para que encuentren la felicidad trabajando sin descanso por el Reino de los cielos.

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ZENIT Staff

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