La Santa Sede pregunta por qué no hay fondos para la ayuda humanitaria

Y sin embargo sí hay para el rescate del sistema financiero 

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NUEVA YORK, viernes, 26 septiembre 2008 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha lanzado la cuestión de cómo es posible encontrar fondos para salvar un sistema financiero roto mientras que parece imposible individuar una menor cantidad de recursos para invertir en el desarrollo de todas las regiones del mundo.

Esta fue la «cuestión urgente» suscitada por el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, en una reunión de alto nivel sobres los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Los ODM, establecidos en 2000, tenían un horizonte de cumplimiento marcado por la fecha de 2015. Incluyen compromisos para afrontar el hambre, la falta de educación, desigualdad, salud materno-infantil, daños medioambientales y el vih/sida Sin embargo, con los actuales índices de progreso, los objetivos no se alcanzarán.

En este sentido, el arzobispo Migliore afirmó: «El logro de estos objeticos está estrechamente relacionado con el respeto por los derechos humanos. Mientras que los objetivos son en último término compromisos políticos, los derechos humanos inscritos en cada objetivo hacen que lograrlos sea una responsabilidad social y moral». 

«Estamos faltando a nuestra palabra, y más importante, la gente de todo el mundo que nos mira como líderes, está perdiendo la esperanza y la confianza», dijo el prelado.

El arzobispo Migliore reconoció que se han hecho progresos y algunos de los países menos desarrollados han experimentado mejoras.

«No obstante, los recientes altos índices de crecimiento económico en muchos Países Menos Adelantados (PMA) no ha contribuido suficientemente a afrontar la situación de pobreza generalizada -dijo–. Los PMA siguen a la cola y con un grave retraso para llegar a alcanzar los objetivos establecidos por la Declaración del Milenio, y en algunos casos lograr estos objetivos parece imposible».

Sin embargo, el representante de la Santa Sede afirmó: «Los PMA se lograrán sólo si su cumplimiento se convierte en una prioridad para todos los estados».

Para que esto suceda, hizo un llamamiento a «una nueva cultura de las relaciones humanas marcada por una visión fraterna del mundo, una cultura basada en el imperativo moral del reconocimiento de la unidad de la humanidad y el imperativo práctico de dar una aportación a la paz al bienestar de todos».

El arzobispo Migliore indicó que «el dinero y los recursos que los PMA necesitan en término de ayuda directa, asistencia financiera y ventajas comerciales son más escasos que los gastos militares mundiales o todos los gastos en necesidades no básicas de las poblaciones de los países más desarrollados».

En este contexto, el arzobispo suscitó una cuestión: «En estos días asistimos a un debate sobre un rescate económico dirigido a resolver una crisis que corre el riesgo de trastornar la economía de los países más desarrollados y dejar a miles y miles de familias sin trabajo».

«Este rescate de enormes proporciones, con importes que superan en muchas veces el de la ayuda internacional mundial, no pueden dejar de suscitar una cuestión urgente. ¿Cómo somos capaces de encontrar fondos para salvar un sistema financiero roto y en cambio seguimos siendo incapaces de hallar los recursos necesarios para invertir en el desarrollo de todas las regiones del mundo, empezando por las más desprovistas?».

El arzobispo también hizo un llamamiento a las Naciones Unidas para que permanezcan centradas en las prioridades: «Con sólo siete años que quedan para el final de la campaña de los ODM, es importante que nos centremos en los objetivos de la Declaración del Milenio que fueron aprobados por los jefes de Estado -dijo–. El debatir y crear nuevas metas, como la salud sexual y reproductiva, corre el riesgo de introducir prácticas y políticas en detrimento de la dignidad humana y el desarrollo sostenible, distrayendo nuestra mirada de los objetivos originales y desviando los recursos necesarios de las necesidades más básicas y urgentes».

Traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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