Los obispos de Estados Unidos ofrecen cinco claves para salir de la crisis financiera

WASHINGTON, martes 30 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- Mientras el Congreso de los Estados Unidos debatía sobre la crisis financiera que atraviesa el país, los obispos han elaborado una serie de principios al respecto que, esperan, sean tenidos en cuenta.

En una carta enviada el pasado viernes a los responsables del Gobierno, monseñor William Murphy, obispo de Rockville Center (Nueva York) y presidente del Comité de Justicia y Desarrollo de la Conferencia Episcopal, exponía cinco principios clave a la hora de buscar soluciones a la crisis económica del país.

En primer lugar, monseñor Murphy explicó que los obispos están rezando por esta situación, que definió como «terriblemente preocupante y enormemente complicada». Aunque ni él ni el resto de los obispos se consideran expertos ni técnicos «en estas complicadas cuestiones», sin embargo, añade, «nuestra fe y nuestros principios morales pueden ayudar en la búsqueda de respuestas efectivas al desorden económico que afecta a nuestra gente».

La primera clave que el prelado ofrece es «ser consciente de las dimensiones humanas y morales de la crisis».

«Los acuerdos económicos, las estructuras y los remedios deben tener como propósito fundamental salvaguardar la vida y la dignidad humanas», afirmó. El prelado añadió que la «búsqueda escandalosa de beneficios económicos excesivos», es un ejemplo de «étaica económica que pone al beneficio por encima del resto de los valores».

Esta ética «ignora el impacto de las decisiones económicas en la vida de la gente real, así como la dimensión ética de las elecciones que hacemos y de la responsabilidad moral que tenemos sobre su efecto en la gente», explica el prelado.

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En segundo lugar, el obispo neoyorquino propone la «responsabilidad y la necesidad de dar cuentas».

«Está claro que se requieren medidas efectivas que reconduzcan las prácticas, conductas y juicios erróneos que han llevado a la crisis. Quienes han contribuido directamente a esta crisis o se han aprovechado de ella no deberían ser recompensados o escapar sin dar cuentas del daño que han causado», afirmó.

Conocer las necesidades

En tercer lugar, el prelado explicó que en cualquier caso, el mercado siempre tendrá «ventajas y desventajas».

«Hay necesidades humanas que no encuentran sitio en el mercado», afirmó monseñor Murphy. «Es un estricto deber de justicia y de verdad no permitir que necesidades humanas fundamentales queden insatisfechas».

En este sentido, pidió una «renovación de los instrumentos de control y corrección de las instituciones económicas y de la industria financiera, así como una regulación y protección públicas efectivas más extensas».

«La solidaridad y el bien común» es el cuarto principio propuesto por el prelado.

«El principio de solidaridad nos recuerda que estamos unidos y nos advierte que buscar solamente el interés propio puede empeorar las cosas», explicó. «El principio de solidaridad nos compromete a buscar el bien común, no la ganancia de una parte o la ventaja económica».

Fnalmente, el obispo de Rockville propuso el principio de subsidiariedad.

«La subsidiariedad traslada la responsabilidad a los agentes privados y a las instituciones, para que acepten sus propias obligaciones», añadió. «Si ellos no lo hacen, entonces las grandes entidades, incluyendo al gobierno, tendrán que asumir lo que las instituciones privadas no han podido llevar a cabo».

El prelado concluyó su escrito citando unas palabras de la encíclica Centessimus annus: «Nuestra tradición católica nos remite a una sociedad del trabajo, de la iniciativa y de la participación, que no está directamente contra el mercado, pero que exige que el mercado sea controlado apropiadamente por las fuerzas sociales y por el Estado para garantizar que las necesidades básicas de toda la sociedad son satisfechas».

«Estas palabras de Juan Pablo II deberían adoptarse como lema por parte de todos aquellos que tienen responsabilidades hacia la nación, el mundo entero y el bien común de todos», concluyó.

Traducción del inglés por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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