El tribunal del Papa que recibe la confesión de pecados de perdón reservado

Un simposio en Roma analiza la historia de la Penitenciaría Apostólica

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ROMA, miércoles 14 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El misterio del perdón y de la reconciliación en el mensaje cristiano son el centro y la razón de ser del más antiguo de los dicasterios vaticanos, la Penitenciaría Apostólica, que celebra en estos días en Roma un simposio sobre el Sacramento de la Penitencia.

En este simposio, que concluyó este miércoles, se ha abordado sobre todo la historia de la propia Penitenciaría, que hoy preside el cardenal estadounidense James F. Stafford.

Este tribunal de la Santa Sede nació en el siglo XII, con la tarea fundamental de recibir la confesión de los pecados, en nombre del Papa, que sólo podían ser perdonados directamente por él dada su gravedad, o para conceder dispensas y gracias reservadas al Sumo Pontífice.

Fue precisamente la oleada de peregrinos que acudía a Roma durante la Baja Edad Media, junto a una reflexión más profunda sobre el sacramento de la Penitencia, la que motivó el nacimiento de la Penitenciaría Apostólica.

La constitución apostólica «Pastor Bonus» que rige a la Curia Romana, publicada por Juan Pablo II, confirma que la competencia del Tribunal de la Penitenciaría comprende todo lo que se refiere al fuero interno (las cuestiones de conciencia), así como todo lo que corresponde a las indulgencias.

El purpurado confesó que él mismo, tras su nombramiento como Penitenciario Mayor, para comprender su nueva misión, dedicó varias semanas «de meditación intensa y de oración sobre la ontología del perdón y de la reconciliación en la Iglesia católica».

«Las palabras y el lenguaje del perdón son centrales en el misterio de la reconciliación cristiana. Sólo el lenguaje hace posible la comunicación de la reconciliación entre nosotros», explicó.

Durante los siglos, las competencias de la Penitenciaría, que al principio abarcaban muchas cuestiones relacionadas con las dispensas papales sobre el matrimonio etc., fueron centrándose en la cuestión del Sacramento y el fuero interno del penitente.

Este desarrollo del pensamiento y la comprensión del fuero interno de la persona humana, explicó el cardenal, «ha sido central para la concepción, exclusivamente occidental, del ser humano entendido como persona».

«La libertad humana trae consigo el desafío ilimitado con nuestra responsabilidad. Lentamente, me he dado cuenta de cómo la teología de la reconciliación prevé la Cruz de Cristo en su centro. Es la contradicción del mal».

«Me detuve especialmente en Jesús abandonado por el Padre. Lo ilógico del pecado fue ‘capturado por la lógica del amor de la Trinidad’. Para mí se había vuelto imposible comprender el misterio del infierno y el perdón del Padre aceptando el commercium admirabile de Jesús, sin penetrar en el misterio del abandono de Jesús por parte del Padre en el viernes santo y el sábado santo», añadió.

Éste es el espíritu que ha animado desde su nacimiento a la Penitenciaría, afirmó el purpurado: «entre los más monstruosos pecados de la raza humana, el penitente está llamado a reconocer que él es deudor con su humilde e indivisible servicio, solo al Señor Dios».

«Sin Dios no existe drama alguno capaz de dar sustancia a la libertad estructural del hombre», añadió.

La Penitenciaría Apostólica «intenta llamar a las personas a la interioridad de su vida cristiana», explicó el cardenal Stafford. «La Iglesia siempre ha estado convencida de que el penitente no puede acercarse a la conversión de forma solitaria. La libertad humana siempre está envuelta en un diálogo con la libertad divina», añadió.

Más información en www.penitenzieria.va

Por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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