La Iglesia no puede cometer el error de prescindir de la comunicación social

Intervención de monseñor Juan del Río

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MADRID, jueves, 8 enero 2009 (ZENIT.org).- El presidente de la Comisión de Medios de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo castrense, monseñor Juan del Río, constató este jueves que «la Iglesia no quiere ni puede permitirse el error de prescindir de la comunicación social» durante el acto de entrega de los «Premios ¡Bravo!» a la comunicación.

Presentamos las palabras que pronunció el arzobispo.

1. Estimados galardonados y amigos todos: os saludo y agradezco vuestra presencia en este acto de entrega de los Premios ¡Bravo! 2008, con los que la Iglesia en España quiere mostrar, un año más, su amistad y cercanía al mundo de la comunicación. Hace diez años, con motivo de la XXXIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el recordado Juan Pablo II abordaba el tema de las relaciones de amistad y diálogo que debieran existir entre los mass media y la Iglesia con el fin de trabajar juntos por el bien de la humanidad. No sería capaz de afirmar si hemos avanzado mucho en ese gran deseo, como en muchas amistades profundas se dan pasos hacia delante y en ocasiones retrocesos, al final son las personas, no tanto las instituciones en si, las que podemos hacer superar las diferencias potenciando la creatividad y emprendiendo nuevos caminos. Esta es la encomienda y el empeño de los que formamos parte de esta Comisión Episcopal.

2. Movidos por este deseo ya que estamos en el Año Paulino al cumplirse el bimilenario del nacimiento de Saulo de Tarso, acojamos aquella recomendación del comunicador y Apóstol de los Gentiles, que decía a los tesaloniceneces: «Examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Apartaos de todo tipo de mal» (1Tes 5,19). Una buena «hoja de ruta» ésta para cualquier buen informador, periodista, técnico o empresario, que quiera ser creativo y a la vez respetar los principios éticos de todo trabajo. Pues bien, cada año un jurado compuesto por profesionales de primera fila y presidido por Mons. Joan Piris, Obispo de Lleida y miembro de nuestro Comisión, nos presenta un elenco de personalidades, instituciones y realizaciones que se merecen un reconocimiento público que con el cálido grito de ¡Bravo!, la opinión pública perciba que todavía quedan muchos hombres y mujeres que saben hacer prensa, radio, televisión, cine, música, publicidad y comunicar en Internet primando los valores que engrandece el espíritu y ensancha el corazón. Pero no todo queda ahí, además reconocemos la labor de actualización y puesta al día de las Delegaciones de MCS de nuestra diócesis y de cómo las nuevas tecnologías no son ajenas a la tarea evangelizadora de la Iglesia. Así como también exponer que hay personas que han hecho de su existencia un auténtico diálogo entre la fe y la razón. Es el caso de nuestro ¡Bravo! Especial D. José Jiménez Lozano que desde su vigorosa personalidad intelectual, su gran conocimiento de la mística española, y su fino humanismo cristiano ha impregnado su ingente obra de una perenne actualidad. Por eso, hoy resuenan con fuerza aquellas palabras del Papa Wojtyla a los periodistas: «siempre existirán personas en la Iglesia y en los medios dispuestas a cooperar para asegurar que la promesa prevalezca sobre la amenaza, la comunicación sobre la alienación». ¡Vosotros representáis esa esperanza de entendimiento! ¡Sois una prueba de la lectura positiva que la Iglesia hace del mundo de las comunicaciones sociales! (24.1.1999).

3. Somos conscientes de que nos encontramos en unos momentos cruciales para que la Iglesia encuentre su lugar y su modo de relacionarse con los MCS, y los nuevos horizontes tecnológicos. Ella, no quiere ni puede permitirse el error de prescindir de la comunicación social, pero tampoco desea hacerlo a cualquier precio, como puede ser la renuncia a llevar a cabo la imprescindible evaluación ética de los modos y medios comunicativos que reclama Benedicto XVI con la denominada «Infoética», porque no se debe olvidar que cuando el sector de la comunicación social pierde sus raíces éticas y elude el control social, termina relegando la dignidad inviolable del ser humano, condiciona la libertad, incide negativamente en las conciencias y termina enfrentando a los pueblos. Por eso mismo, estos premios quieren ser también un reclamo para que los profesionales, instituciones y empresas de la comunicación alcen su mirada por encima de lo meramente crematístico y que busquen la verdad sobre el hombre. Por ese camino, comunicarán todo lo bueno y bello que hay en el corazón y en las acciones de las personas e instituciones, y no caerán en el reduccionismo informativo de las malas noticias, de los infortunios, y que el entretenimiento y el ocio sea sinónimo de superficialidad sin sentido. En fin, que el universo de la comunicación no brille por el glamour de sus estrellas mediáticas, sino porque resplandezcan los valores de la justicia, el derecho, la solidaridad que hacen grande a la humanidad.

4. Mi felicitación a los premiados, mi agradecimiento a los miembros del Jurado, a toda la Comisión Episcopal de MCS, especialmente al secretario nuestro querido D. José María Gil Tamayo por el gran trabajo del día a día. Celebramos este entrañable acto en las vísperas del Patrón de lo periodistas, san Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia, que, en momentos de confrontación parecidos a los nuestros, supo comunicar a través de los medios técnicos de los que disponía «la dulce noticia del amor divino». Necesariamente en estos tiempos de guerra y odio en la tierra de Jesús, y en otras contiendas olvidadas, alzamos nuestra voz para pedir que cese la violencia y se imponga el diálogo y la concordia entre las naciones. En esos escenarios y en otros semejantes, hay hombres y mujeres que, por cubrir la noticia para que llegue hasta los últimos rincones del mundo, se juegan cada día sus vidas o son víctimas de secuestros y otras vejaciones. A ellos nuestro reconocimiento. Y con palabras de san Pablo terminamos deseándoos lo más valioso en toda época: LA PAZ: «paz a los de cerca y paz a los de lejos… Él es nuestra Paz».

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ZENIT Staff

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