La unidad de los cristianos, signo para un mundo dividido, afirma Benedicto XVI

Especialmente llama a la unidad entre los cristianos en Tierra Santa

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 25 de enero de 2009 (ZENIT.org).- En un mundo que ve reinar la división en demasiados lugares, la unidad entre los cristianos puede constituir un signo de esperanza, afirmó hoy Benedicto XVI este domingo en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma.

El Pontífice presidió la celebración de las segundas Vísperas de la solemnidad de la Conversión del Apóstol san Pablo, al concluir la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos sobre el tema “Que formen una sola cosa en tu mano” (Ez 37,17). Además de varios obispos y cardenales, han participado en la ceremonia también representantes de las demás Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Roma.

En su homilía, el Papa explicó que la conversión de san Pablo indica el camino para llegar a la unidad plena, que requiere el paso “de la división a la comunión, de la unidad herida a la unidad curada y plena”.

“Es la comunión con el Cristo resucitado la que nos da la unidad”, explicó recordando el texto bíblico de referencia, en el que se presenta el gesto simbólico de los dos leños reunidos en uno en la mano del profeta Ezequiel, que de esta forma muestra la acción futura de Dios.

Se trata de la segunda parte del capítulo 37, que en la primera contiene la visión de los huesos secos y de la resurrección de Israel, realizada por el Espíritu Santo.

La unión de un pueblo dividido es un tema particularmente sentido por los cristianos coreanos, ha quienes ha correspondido la preparación de los materiales para la Semana de Oración de este año.

Los hermanos de Corea, reconoció Benedicto XVI, “se han sentido fuertemente interpelados por esta página bíblica, tanto en cuanto coreanos, como en cuanto cristianos. En la división del pueblo hebreo en dos reinos se han sentido reflejados como hijos de una única tierra, que las circunstancias poíticas han separado, parte al norte y parte al sur”.

“Esta experiencia humana suya -añadió- les ha ayudado a comprender mejor el drama de la división entre los cristianos”.

A la luz de esta Palabra de Dios elegida por los hermanos de Corea “emerge una verdad llena de esperanza: Dios promete a su pueblo una nueva unidad, que debe ser signo e instrumento de reconciliación y de paz también en el plano histórico, para todas las naciones”, declaró el Papa.

“La unidad que Dios da a su Iglesia, y por la que rezamos, es naturalmente la comunión en sentido espiritual, en la fe y en la caridad, pero nosotros sabemos que esta unidad en Cristo es fermento de fraternidad también en el plano social, en las relaciones entre las naciones y para la entera familia humana”, porque el “la levadura de Dios que hace crecer toda la masa”.

En este sentido, constató, la oración elevada en estos días en referencia a la profecía de Ezequiel “se ha convertido también en intercesión ante las diversas situaciones de conflicto que actualmenet afligen a la humanidad”.

“Allí donde las palabras humanas se revelan impotentes, porque prevalece el trágico sonido de la violencia y de las armas, la fuerza profética de la Palabra de Dios no decae y nos repite que la paz es posible, y que nosotros debemos ser instrumentos de reconciliación y de paz”.

Por este motivo, la oración por la unidad y la paz “pide siempre ser comprobada por gestos valientes de reconciliación entre nosotros los cristianos”.

A este propósito, el Pontífice no dejó de nombrar a Tierra Santa, recordando “qué importante es que los fieles que viven allí, como también los peregrinos que allí acuden, ofrezcan a todos el testimonio de que la diversidad de ritos y tradiciones no debería constituir un obstáculo al respeto mutuo y a la caridad fraterna”.

“En la legítima diversidad de actitudes distintas debemos buscar la unidad de la fe, en nuestro ‘sí’ fundamental a Cristo y a su única Iglesia”.

De este modo, concluyó, “las diferencias no serán más obstáculo que nos separe, sino riqueza en la multiplicidad de las expresiones de la fe común”.

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ZENIT Staff

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