CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 26 enero 2009 (ZENIT.org).- El compromiso de Benedicto XVI en la aplicación del Concilio Vaticano II no cambia por el hecho de haber levantado las excomuniones a cuatro obispos consagrados por monseñor Marcel Lefebvre en 1988, aclara el diario de la Santa Sede, constatando la creación de un «caso mediático».
Carlo Di Cicco, subdirector de «L’Osservatore Romano», considera que en estos días los medios de comunicación se han equivocado cuando, «con precipitación, han echado la culpa a Benedicto XVI no sólo de haber cedido a posiciones anticonciliares, sino incluso de complicidad o al menos imprudencia al apoyar tesis negacionistas sobre la Shoá», el Holocausto judío.
El vespertino vaticano se refería a la polémica surgida horas antes de que la Santa Sede anunciara la revocación de la excomunión cuando medios de comunicación republicaron declaraciones que había pronunciado en noviembre a la televisión sueca uno de los obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X rehabilitados, monseñor Richard Williamson, adoptando a nivel personal tesis «negacionistas».
Inmediatamente después «Radio Vaticano» aclaró que se trataba de «posiciones personales, que no pueden compartirse, y que no afectan ni mucho menos al Magisterio pontificio y a las posiciones de la Iglesia solemnemente enunciadas en varias ocasiones».
Según «L’Osservatore Romano» la atribución al Papa de esas declaraciones que no le corresponden fue desmentida por él mismo este domingo, jornada de clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y con motivo del Ángelus.
Benedicto XVI afirmó que «entre nosotros los ancianos ciertamente no olvidan» el primer anuncio del Concilio Vaticano II hecho por Juan XXIII, el 25 de enero de 1959, hace exactamente cincuenta años.
Un gesto que el Papa definió como «decisión sabia» sugerida por el Espíritu Santo.
Precisamente, aclara el diario vaticano, la revocación de la excomunión debe entenderse como un gesto que se enmarca en el espíritu del Concilio Vaticano II.
«La reforma del Concilio no se ha aplicado totalmente, pero ya está tan consolidada en la Iglesia católica que no puede entrar en crisis por un gesto magnánimo de misericordia. Inspirado, además, en el nuevo estilo de Iglesia promovido por el Concilio que prefiere la medicina de la misericordia a la de la condena», explica el subdirector.
«La revocación que ha suscitado tantas alarmas no concluye un caso doloroso como el cisma lefebvriano –aclara el diario–. Con ella, el Papa quita pretextos para infinitas polémicas, afrontando de lleno el auténtico problema: la aceptación plena del magisterio, incluido obviamente el Concilio Vaticano II».
«Si bien es verdad que la Iglesia católica no nace con el Concilio, es verdad también que la Iglesia, renovada por el Concilio, no es una Iglesia diferente, sino la misma Iglesia de Cristo, fundada sobre los apóstoles, garantizada por el sucesor de Pedro, y por tanto parte viva de la tradición».
«Con el anuncio del Papa Juan la tradición no desaparece, sino que sigue todavía hoy según las formas propias de una pastoral y de un magisterio actualizados por el último gran Concilio».
«L’Osservatore Romano» considera, por tanto, como algo prácticamente «ofensivo» el acusar a Benedicto XVI de «malvender el Concilio a quien sea».
Asimismo considera que tampoco es justo decir que el Papa «no está convencido del camino ecuménico y del diálogo con los judíos. Los compromisos estratégicos de su pontificado están a la luz del sol y cada uno de los actos pastorales y de magisterio avanzan claramente en la aplicación de la estrategia anunciada en el momento de su elección».
«El diálogo es parte constitutiva de la Iglesia conciliar y Benedicto XVI ha repetido en varias ocasiones, y ahora lo ha vuelto a hacer, que el ecumenismo exige la conversión de todos –también de la Iglesia católica– a Cristo. En una Iglesia convertida, ‘las diversidades dejarán de ser obstáculo que nos separa, sino una riqueza en la multiplicidad de las expresiones de la fe común'».
«La revocación de la excomunión no significa todavía la plena comunión –añade el diario–. El camino de reconciliación con los tradicionalistas es una opción colegial ya conocida por la Iglesia de Roma y no un gesto repentino e imprevisto de Benedicto XVI».
«De la aceptación del Concilio se deriva necesariamente también la clara posición sobre el negacionismo. La declaración ‘Nostra aetate’, el más autorizado giro católico con respecto al judaísmo, deplora ‘los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos'».