“Corremos el riesgo de determinar al hombre por su genoma humano”

Habla el doctor Manuel Santos, profesor de genética de la Universidad Católica de Chile

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 20 de febrero de 2009. (ZENIT.org) El sueño de la perfección humana «es algo de lo que miles de filósofos y científicos han hablado». Sin embargo, «cuando el hombre centra su atención en la ciencia, cae en una visión reducida de la misma».

Así lo expresó esta mañana el doctor Manuel Santos, quien presentó la conferencia denominada «El mejoramiento del individuo y el mejoramiento de la especie», dentro del congreso «Las nuevas fronteras de la genética y el riesgo de la eugenesia», que se realizó en la Nueva Aula del Sínodo en la Ciudad del Vaticano, organizado por la Pontificia Academia para la Vida.

En junio del año 2000, el mundo científico dio a conocer que la información contenida en el ADN había sido decodificada, lo que actualmente ha permitido conocer qué enfermedades genéticas hereditarias puede sufrir una persona para tratarlas a tiempo. El genoma humano puede detectar para cada persona el funcionamiento, el metabolismo, la resistencia a infecciones y otras enfermedades.

El profesor Santos, docente de genética de la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile habló con ZENIT sobre la nuevas fronteras que durante casi una década ha tenido la medicina en la decodificación del genoma humano.

-¿Cuáles son las implicaciones biológicas que ha tenido el descubrimiento del genoma humano para el mundo científico?

Manuel Santos: La información que tenemos hoy día sobre el genoma nos permite conocer mucho acerca de las condiciones genéticas que tenemos los seres humanos. Nos ayuda a saber algunas características normales que tenemos, pero también la patología y las enfermedades. Sin embargo con todo este conocimiento del genoma existe el peligro de lo que en ética se llama reduccionismo: es decir, pensar que todo reside en los genes. Estos no abarcan la parte espiritual o filosófica que tenemos los seres humanos. No es labor de la genética.

-¿Cómo argumentar que no toda la información del ser humano radica en los genes?

Manuel Santos: Los seres humanos tenemos una naturaleza que es mucho más compleja que la parte biológica y de repente con todo este impacto que ha tenido el genoma, la gente que quiere incluso encontrar factores genéticos del espíritu o del alma, que es de una naturaleza distinta, la ciencia por definición es de un carácter reduccionista no ve la totalidad del ser humano, ve sólo la parte biológica. El genoma, por supuesto que va a ayudar a entender esta parte, pero no necesariamente entenderá toda la naturaleza compleja de los seres humanos.

Hay dos variaciones que son la interacción y el efecto del ambiente. Por ejemplo, si un niño nace sin brazos no necesariamente es por un problema genético sino porque su madre durante el embarazo tomó una medicina que afectó al feto. Eso no es para nada un problema genético. Es un problema del ambiente. También hay mutaciones genéticas que tienen ventajas selectivas, y que hace que ciertas enfermedades hereditarias no se desarrollen nunca. Vemos así que cada genoma se puede comportar de manera diferente.

-¿Cómo ve usted la nueva situación de la medicina y los nuevos desafíos en el siglo XXI, luego de que ha pasado una década de que se haya descubierto el genoma humano?

Manuel Santos: La medicina cambió. Hoy existe lo que se llama la medicina genómica. Ha sido útil conocer que hay genes que predisponen a una enfermedad como la hipertensión, la enfermedad coronaria, los infartos entre otras. Si se sabe en etapas precoces de la vida que la persona es susceptible a ello, uno puede diseñarle un plan de vida para que esos genes no se manifiesten con factores ambientales. Por ejemplo una persona que está predispuesta a la hipertensión, esa persona debe tener una dieta especial con poca sal y sin colesterol. Al conocer la constitución genética de esa persona, se desarrolla la medicina avanzada con medicamentos especializados para cada paciente.

-¿Cuál cree usted que son las implicaciones que se pueden dar por hecho de que se separe la visión biológica y espiritual del ser humano?

Manuel Santos: «Ese es el gran problema que vivimos en el siglo actual. La ciencia ha tenido tanto impacto, la gente se maravilla y piensa que la ciencia lo va a resolver todo y esa es una manera reduccionista de ver la realidad. Efectivamente la ciencia es una forma de ver la realidad pero no es la única. Ayuda a darse cuenta de los fenómenos biológicos pero la parte filosófica no es territorio de la ciencia. En mi país siempre me han preguntado dónde está el gen del alma y el del espíritu. Es imposible determinarlo porque ese es otro territorio, la genética explica otras cosas. Por supuesto que debemos vivir en una sociedad tolerante, con múltiples visiones del mundo. Los católicos tenemos una visión que debemos compartir con personas que piensan que la espiritualidad va por otro camino.

-Usted mencionaba en su charla la novela de Aldous Huxley «Un Mundo feliz» y la película Gattaca, ambas de utopía negativa ¿Cómo evitar esta discriminación genética que se plantea en ambas obras?

Manuel Santos: La discriminación ya se da. Por ejemplo en tantos niños con síndrome de Down que los están matando en el útero de sus madres. Lo grave es la educación desde el nivel más precoz posible. En los estados de párvulos a los niños se les debe enseñar a convivir con las personas que son distintas y esos serán los futuros miembros de la sociedad en 20 años más. Si ellos son tolerantes, porque han convivido con personas que son distintas van a ser más tolerantes con aquellos que tienen defectos genéticos que los lleven a tener discapacidades.

-Usted como científico, ¿cómo cree que se debe promover la visión integral del ser humano en su campo?

Manuel Santos: Yo no tengo miedo a los debates. He tenido que ir a algunas sesiones del Parlamento de mi país, a debatir sobre una ley del genoma humano que se acaba de aprobar donde hay gente absolutamente reduccionista al campo científico. Pero uno tiene que ser honesto y decir que la visión biologista del ser humano se reduce y la dimensión espiritual del ser humano debe tenerse en cuenta. No obstante algunas personas tenemos la fe para verlo, otras no la tienen y tenemos que respetarnos porque todos vivimos en este mundo.

[Por Carmen Elena Villa]

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ZENIT Staff

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