GUADALAJARA, lunes 23 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- La pobreza es un problema que se plantea a la conciencia moral de la humanidad, y que no se explica solamente desde el punto de vista material. Así lo afirmó el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del Consejo Pontificio «Justicia y paz», en una intervención con motivo del 50 aniversario de la ONG española «Manos Unidas», el pasado viernes 20 de febrero en Guadalajara (España).
Haciendo suyo el mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de este año, el purpurado explicó a los presentes que la pobreza «no es sólo de tipo material y cuantitativo», y que «la pobreza material no explica nunca, por sí sola, las pobrezas inmateriales, más bien es verdad lo contrario».
Hizo hincapié en los «nudos» morales en los que está implicada la pobreza actualmente, y sobre los que el Papa llama la atención en su Mensaje: el aborto, la lucha contra el sida, los niños, el desarme y la crisis alimentaria.
Sobre la cuestión del crecimiento demográfico, el cardenal Martino explicó que la promoción del aborto en los países pobres es «la más injusta de las múltiples expresiones de esa disimulada y malévola estrategia de querer vencer la pobreza eliminando a los pobres».
Se trata, afirmó, de una «estrategia peligrosa» que consiste en «usar la autoridad para disminuir el número de los comensales más que multiplicar el pan a repartir».
Respecto de las pandemias, y más concretamente del sida , el purpurado pidió «una consideración mayor y más exacta de las intrínsecas implicaciones morales que dicha relación comporta», y señaló dos puntos éticos para la lucha contra esta enfermedad en los países pobres.
Es necesario, afirmó, «poner a disposición de los pueblos pobres las medicinas y los cuidados necesarios, reconsiderando el sistema de las patentes mediante una asunción de responsabilidad de la Comunidad internacional que garantice a todos los hombres y mujeres los necesarios cuidados sanitarios básicos», y también «aprontar campañas de educación para una sexualidad que responda plenamente a la dignidad de la persona».
Sobre la pobreza infantil, el cardenal Martino recordó que «todo lo que debilita la familia produce daños que se descargan sobre los niños; donde no se promueve la dignidad de la mujer y de la madre, también se lesiona la dignidad de los niños y niñas».
Respecto del desarme, explicó que «los recursos materiales y humanos empleados en gastos militares y en armamentos se sustraen a los proyectos de desarrollo de los pueblos, especialmente de los más pobres y necesitados de ayuda».
Por último, sobre la crisis alimentaria, afirmó que ésta «se caracteriza no por la insuficiencia de alimentos, sino por la falta de un entramado de instituciones políticas y económicas capaces de afrontar las necesidades y las emergencias».
El problema más grave a nivel mundial, añadió el purpurado, es «el aumento de la desigualdad entre ricos y pobres», a causa «del cambio tecnológico» y de «la dinámica de los precios de los productos industriales, que crecen más rápidamente que los precios de los bienes y servicios producidos por los países más pobres».
Lucha «moral» contra la pobreza
El cardenal Martino explicó que la lucha contra la pobreza, lejos de consistir en un aumento de las ayudas materiales, comporta un «cambio moral». Entre los puntos fundamentales de este enfoque, señaló especialmente la necesidad de «redescubrir la ley natural, es decir, el código ético compartido que permite dar sentido al compromiso común de construir la paz».
También aludió a la necesidad de una renovación de las normas que rigen el comercio internacional, especialmente en la abrogación de las «medidas protectivas, injustas y anacrónicas» que utilizan los países industrializados, así como la instauración de una «cultura de la cooperación» entre los países pobres.
Sobre la actual crisis económica, el purpurado aclaró una vez más que se trata de «un problema ético» y que es necesario cambiar «la mentalidad que preside las actividades financieras, toda jugada sobre la autoreferencialidad y los plazos brevísimos», y colocarla en «la perspectiva del bien común».
El necesario, subrayó, poner a la persona en el centro de la economía: «los problemas del desarrollo, de las ayudas y de la cooperación internacional, con mucha frecuencia se resuelven sin implicar verdaderamente a las personas, sino sólo como cuestiones de predisposición de mecanismos, de puntualización de acuerdos tarifarios, de la acreditación de financia-mientos anónimos, mientras que, por el contrario, la lucha contra la pobreza tiene necesidad de hombres y mujeres que vivan con profundidad la fraternidad, que sepan acompañar a las personas, familias y comunidades en itinerarios de auténtico desarrollo humano».
«Es imposible ayudar a los pobres si se les ve sólo como parte de un balance de costos y beneficios, como números, y al final de cuentas como problemas», puntualizó.
Conocer la doctrina social de a Iglesia
En la lucha contra la pobreza, es necesario que las organizaciones católicas «conozcan bien» la doctrina social de la Iglesia, explicó el cardenal Martino, porque el objeto de esta doctrina es y será siempre la dignidad sagrada del hombre, imagen de Dios, y la tutela de sus derechos inalienables».
El fundamento de la doctrina social es «la verdad sobre la misma naturaleza humana, verdad comprendida por la razón e iluminada por la Revelación, su fuerza propulsora, el amor como precepto evangélico y norma de acción».
La Iglesia, al ofrecer su enseñanza social, «no se limita a ofrecer principios de reflexión, orientaciones, directrices, constataciones o llamadas, sino que presenta también normas de juicio y directrices para la acción que cada uno de los católicos está llamado a poner en la base de su prudente experiencia, para traducirla luego concretamente en categorías operativas de colaboración y de compromiso».
«La luz de la verdad del hombre, creado por Dios y redimido por Cristo, es una respuesta a una de las mayores debilidades de la sociedad contemporánea: la inadecuada visión del hombre», añadió el purpurado. Esta visión «debe diferenciar a una ONG católica de aquellas organizaciones no gubernamentales que también se dedican a luchar contra la pobreza extrema y el hambre».
La conferencia del cardenal Martino, «El origen de la crisis económica es la falta de ética», puede leerse en la sección de documentos de la página web de ZENIT (www.zenit.org).