Los niños, principales víctimas de la crisis económica, según la Santa Sede

Repercute en ellos la reducción de ayudas oficiales y de las remesas

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GINEBRA, martes, 24 febrero 2009 (ZENIT.org).- Los niños de países o sectores empobrecidos serán las primeras víctimas de la crisis económica y financiera, advirtió la Santa Sede al tomar la palabra ante la sesión especial del Consejo de los Derechos del Hombre.

El arzobispo Silvano M. Tomasi, Publicamos la intervención del observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas de Ginebra, llegó a esta conclusión en su intervención, publicada este martes por la Santa Sede, al analizar el impacto de la crisis económica y financiera mundial en los derechos humanos.

En particular, el representante papal consideró que el devastador impacto de la crisis en los niños pobres se deberá a dos motivos fundamentales: la reducción de las ayudas oficiales que ya se está constatando, así como de las remesas que envían a sus familias los trabajadores emigrantes.

En juego, denunció, están «los derechos a la salud, a la educación, y a la alimentación».

En varios países pobres, de hecho, «los programas educativos, de salud y alimentación se realizan gracias a las ayudas de donantes oficiales. Si la crisis económica reduce esta asistencia, la realización de estos programas quedaría en peligro».

Del mismo modo, continuó diciendo, «en muchas regiones pobres, familias enteras pueden tener hijos escolarizados y decentemente alimentados gracias a las remesas recibidas de los emigrantes».

«Si la reducción de ambas, la ayuda y las remesas, sigue teniendo lugar, privará a los niños del derecho a ser educados, creando una doble consecuencia negativa».

«No sólo impediremos a los niños el pleno ejercicio de su talento, que a su vez podría ponerse al servicio del bien común, sino que además se pondrán las condiciones de dificultad económicas a largo plazo», afirmó.

«Una menor inversión educativa hoy, de hecho, se traducirá en un menor crecimiento futuro. Al mismo tiempo, una alimentación pobre entre los niños empeora significativamente la esperanza de vida, aumentando los índices de mortalidad tanto infantil como adulta».

«Las consecuencias negativas económicas de todo esto superan la dimensión personal y afectan a sociedades enteras», concluyó monseñor Tomasi, que en el pasado ha sido nuncio apostólico en Etiopía y Eritrea.

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ZENIT Staff

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