ROMA, miércoles 25 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- «La Iglesia católica constituye un ancla de salvación y en una ocasión de rescate para el continente africano». Así lo afirmó monseñor Fortunatus Nwachukwu Jefe de Protocolo de la Secretaría de Estado de la Ciudad del Vaticano, el pasado lunes en el Foro promovido en Roma por el Harambee Africa International Onlus .
La asociación internacional Harambee nació en el año 2002, con ocasión de la canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, para promover iniciativas educativas en África y sobre África.
«Se habla cada vez más de África, argumento que ahora está de moda», observó monseñor Nwachukwu. «No pocos personajes públicos suelen hacerse fotografiar con niños africanos, más para acreditar su imagen que para contribuir realmente a la solución de los problemas que afligen a esos niños».
África, explica el prelado, «necesita sobre todo ser amada; deben vencerse en primer lugar los estereotipos negativos que la pintan inexorablemente como apagada, incapaz, moribunda».
A la tentación de rendirse o de dejarse llevar por la inercia, afirma, «es necesario oponer la determinación de quien, como la Iglesia católica, se empeña en recoger los mensajes de esperanza lanzados por el continente».
La Iglesia, recuerda, está presente sobre todo en el área subsahariana y está llamada a «favorecer la reconciliación, la justicia y la paz», «líneas maestras que permitan poner fin a los conflictos, de aparcar los egoísmos, de vencer las envidias que provocan auténticos fatricidios».
«Los militares y los políticos han fracasado clamorosamente, precisamente porque se han mostrado exclusivamente atentos a sus propios intereses personales y tribales -denunció monseñor Nwachukwu -; allí donde los misioneros cristianos no han fracasado en absoluto, han llevado hospitales, educación y comida., Muchos han sacrificado incluso su propia vida para llevar la luz del mundo y la sal de la tierra».