Benedicto XVI: “ los bautizados no pueden ser indiferentes ante el hambre”

Audiencia del Papa a los miembros de las asociaciones “Pro Petri Sede” y “Etrennes Pontificales”

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 27 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso pronunciado hoy por el Papa al recibir en audiencia, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, a los miembros de las asociaciones benéficas «Pro Petri Sede» y «Etrennes Pontificales».

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Queridos amigos,

Me es particularmente grato acogeros con motivo de la peregrinación que vosotros, cada dos años, realizáis a la tumba de los Apóstoles para pedir al Señor que fortifique vuestra fe y bendiga los esfuerzos que hacéis para testimoniar generosamente su amor.

El año paulino nos ofrece la ocasión, a través de la meditación de la palabra del Apóstol de las Naciones, de volver a tomas una conciencia más viva del hecho que la Iglesia es un Cuerpo, a través del cual circula la misma vida que la de Jesús. De ahí que cada miembro del cuerpo eclesial esté unido de un modo muy profundo a todos los demás, y no podría ignorar sus necesidades. Alimentados del mismo pan eucarístico, los bautizados no pueden permanecer indiferentes cuando falta el pan sobre la mesa de los hombres. Este año una vez más habéis aceptado el llamamiento a ensanchar vuestro corazón hacia las necesidades de los desheredados, con el fin de que los miembros del Cuerpo del Cristo afectados por la miseria afecta sean aliviados puedan volverse así más vivos y más libres para dar testimonio de la Buena Noticia.

Confiando el fruto de vuestra colecta al sucesor de Pedro, le permitís ejercer una caridad concreta y activa que es signo de su solicitud hacia todas las Iglesias, hacia todo bautizado y hacia todo hombre. Os lo agradezco vivamente en nombre de todas aquellas personas que serán sostenidas por vuestra generosidad en la lucha contra los males que atentan contra su dignidad. Combatiendo la pobreza, damos más posibilidad a la paz para que entre y eche raíces en los corazones.

Confiándoos, a vosotros y a vuestros seres queridos, a la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Misericordia, os imparto de corazón la Bendición apostólica, así como a los miembros de vuestras asociaciones y a sus familias.

[Traducción del francés por Inma Álvarez

© Copyright 2009 – Libreria Editrice Vaticana]

 

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ZENIT Staff

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