CIUDAD DEL VATICANO, jueves 12 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- La visita de Benedicto XVI a Angola y Camerún suscitará un movimiento de cercanía y solidaridad con África, en tiempos de crisis económica, explica el cardenal Paul Josef Cordes.
El presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», organismo de la Santa Sede responsable para la orientación y coordinación entre las organizaciones y las actividades caritativas promovidas por la Iglesia católica, confesó sus esperanzas a un pequeño grupo de periodistas, entre los que se encontraba ZENIT, ante la visita papal del 17 al 23 de marzo.
En momentos de crisis financiera y económica, reconoció el purpurado alemán, se da el riesgo de olvidar la solidaridad con África, elemento que el Papa subrayará con su misma presencia.
«El hecho de que viaje allí ya sirve para atraer la atención. A veces los gestos hablan más que las palabras», explica.
«Si el Papa va a África, los comunicadores, los informadores, todos, contribuyen a centrar la atención sobre este continente. No sólo lleva el mensaje de caridad de la Biblia –explica–, es también importante la consecuencia humana».
De hecho el cardenal Cordes, que conoce desde hace muchos años a Joseph Ratzinger, afirma que al Papa «no le gusta viajar. A Juan Pablo II le gustaba. Para Benedicto XVI es un sacrificio. Conociéndole algo, estoy convencido. Lo hace porque lo ve útil, necesario».
El colaborador del Papa explica que no sólo es importante la ayuda material, en ocasiones cuenta mucho más la cercanía humana y espiritual.
«He estado en Sudán, y he podido ver cómo el dinero no lo es todo. He visto que la gente quiere ver caras, compasión. Es importante ir a verles, estar con ellos. Los europeos pensamos demasiado en la categoría de ayuda, pero es importante pensar en categorías de participación».
«En el contexto de tantas iniciativas de ayuda, hay que subrayar lo que hace la Iglesia: se da la tendencia, en algunas agencias católicas, a tener una perspectiva meramente filantrópica, humanitaria», denuncia.
Los católicos, explica, «no podemos hacer de la filantropía una profesión. De este modo, perdemos el Evangelio, las raíces. Ser como los demás no sirve para nada», reconoce.
Por este motivo, Benedicto XVI ha dedicado a la dimensión profunda de la obra de caridad de la Iglesia la segunda parte de su primera encíclica, «Deus caritas est».
Ahora bien, el purpurado recuerda también que la obra de caridad de la Iglesia católica en África garantiza el sistema sanitario o educativo de algunos de sus países, que de otra manera se desmoronaría. En Uganda, por ejemplo, explica, ha realizado una obra decisiva en la lucha contra el sida.
Y concluye constatando que, si la comunidad internacional ha abrazado el concepto de ayuda al desarrollo en el extranjero, «esto constituye una victoria de la Iglesia», pues antes este concepto no existía en ninguno de los países.
Por Jesús Colina