CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la transcripción del diálogo que Benedicto XVI mantuvo con los periodistas presentes en el vuelo papal Roma-Yaoundé, y que hoy ha sido hecho público por la Santa Sede.
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Padre Federico Lombardi: Santidad, bienvenido en medio del grupo de colegas: somos unos setenta los que nos estamos preparando para vivir este viaje con usted. Le hacemos los mejores augurios y esperamos poder acompañarle con nuestro servicio, de modo tal que hagamos partícipes también a muchas otras personas de esta aventura. Como es habitual, nosotros le estamos muy agradecidos por la conversación que ahora nos concede; la hemos preparado recogiendo en días pasados un cierto número de preguntas por parte de los colegas -he recibido unas treinta-, y luego hemos elegido algunas que pudieran presentar un discurso completo sobre este viaje y que pudieran interesar a todos, y le estamos muy agradecidos por las respuestas que nos dará. La primera pregunta la plantea nuestro colega Lucio Brunelli, de la televisión italiana, que se encuentra aquí a nuestra derecha:
Pregunta: Buenos días, Santidad, desde hace tiempo –y, en particular, tras su última carta a los obispos del mundo– muchos periódicos hablan de la ‘soledad del Papa’. ¿Usted que piensa al respecto? ¿Y con qué sentimientos, tras las recientes vicisitudes, vuela ahora a África con nosotros?
Papa: En verdad debo decir que me da un poco de risa este mito de mi soledad: de ninguna forma me siento solo. Cada día recibo en las visitas de trabajo a los colaboradores más cercanos, empezando por el Secretario de Estado hasta la Congregación De Propaganda Fide, etc.; veo también a todos los Jefes de dicasterio regularmente, cada día recibo a obispos en visita ad Limina, últimamente a todos los obispos, uno tras otro, de Nigeria, después los obispos de Argentina… Hemos tenido dos Plenarias en estos días, una de la Congregación para el Culto Divino y otra de la Congregación para el Clero, y después encuentros amistosos; una red de amistad, incluso mis compañeros de Alemania han venido recientemente para un día, para charlar conmigo…. Entonces, por tanto, la soledad no es un problema, estoy realmente rodeador de amigos en una colaboración espléndida con obispos, con colaboradores, con laicos, y estoy agradecido por esto. A África voy con gran alegría: yo amo a África, tengo muchos amigos africanos ya desde los tiempos en que era profesor hasta ahora; amo la alegría de la fe, esta fe gozosa que se encuentra en África. Sabéis que el mandato del Señor para el Sucesor de Pedro es el de «confirmar a los hermanos en la fe»: yo intento hacerlo. Pero estoy seguro de que volveré yo mismo confirmado por los hermanos, contagiado, por así decirlo, de su fe gozosa.
P. Lombardi: La segunda pregunta nos la presenta John Thavis, responsable de la sección romana de la agencia de noticias católica de Estados Unidos:
Pregunta: Santidad, usted viaja a África mientras está en curso una crisis económica mundial que tiene sus reflejos también en los países pobres. Por otro lado, África debe afrontar en este momento una crisis alimentaria. Quisiera preguntarle tres cosas: ¿esta situación encontrará eco en su viaje? Y usted, ¿se dirigirá a la comunidad internacional para que se haga cargo de los problemas de África? Y la tercera, ¿se hablará de estos problemas en la encíclica que está preparando?
Papa: Gracias por la pregunta. Naturalmente, yo no voy a África con un programa político-económico, porque me faltarían las competencias. Voy con un programa religioso, de fe, de moral, pero precisamente esta es también una contribución esencial a problema de la crisis económica que vivimos en este momento. Todos sabemos que un elemento fundamental de la crisis es precisamente un déficit de ética en las estructuras económicas; se comprende que la ética no es algo «fuera» de la economía, sino «dentro», y que la economía no funciona si no lleva consigo el elemento ético. Por ello, hablando de Dios y hablando de los grandes valores espirituales que constituyen la vida cristiana, intentaré contribuir también a superar esta crisis, para renovar el sistema económico desde dentro, donde está el verdadero centro de la crisis. Y naturalmente, apelaré a la solidaridad internacional: la Iglesia es católica, es decir universal, abierta a todas las culturas, a todos los continentes; está presente en todos los sistemas políticos y así la solidaridad es un principio interno, fundamental para el catolicismo. Quisiera dirigir naturalmente un llamamiento ante todo a la propia solidaridad católica, pero extendiéndolo también a la solidaridad de todos aquellos que ven su responsabilidad en la sociedad humana de hoy. Obviamente hablaré de esto también en la encíclica: éste es un motivo del retraso. Estábamos a punto de publicarla, cuando se desencadenó esta crisis y hemos retomado el texto ara responder más adecuadamente, en el ámbito de nuestras competencias, en el ámbito de la Doctrina Social de la Iglesia, pero con referencias reales a la crisis actual. Así espero que la Encíclica pueda ser también un elemento, una fuerza para superar la difícil situación actual.
P. Lombardi: Santidad, la tercera pregunta la plantea nuestra colega Isabelle de Gaulmyn, de «La Croix»:
Pregunta: Très Saint Père, bon jour. Hago la pregunta en italiano, pero si puede responder en francés… El Consejo especial para África del Sínodo de los obispos ha pedido que el fuerte crecimiento cuantitativo de la Iglesia africana se convierta también en un crecimiento cualitativo. A veces, los responsables de la Iglesia son considerados como un grupo de ricos privilegiados, y sus comportamientos no son coherentes con el anuncio del Evangelio. ¿Usted invitará a la Iglesia en África a un empeño de examen de conciencia y de purificación de las estructuras?
Papa: Intentaré, si es posible, hablar en francés. Tengo una visión muy positiva de la Iglesia en África: es una Iglesia muy cercana a los pobres, una Iglesia con las personas que sufren, con las personas que necesitan ayuda y por tanto me parece que la Iglesia es realmente una institución que aún funciona, al contrario que otras instituciones que ya no funcionan, y con su sistema educativo, de hospitales, de ayuda, en todas las situaciones, está presente en el mundo de los pobres y de los que sufren. Naturalmente, el pecado original está presente también en la Iglesia; no existe una sociedad perfecta y por tanto existen pecados y deficiencias en la Iglesia en África, y en este sentido un examen de conciencia, una purificación interior siempre es necesaria, y yo apelaré también al sentido de la liturgia eucarística: ésta empieza siempre con una purificación de la conciencia, y un nuevo comienzo en la presencia del Señor. Y diría que más que una purificación de las estructuras, que siempre es necesaria, es necesaria una purificación de los corazones, porque las estructuras son un reflejo de los corazones, y haremos todo lo posible para dar una nueva fuerza a la espiritualidad, a la presencia de Dios en nuestro corazón, sea para la purificación de las estructuras de la Iglesia, sea para ayudar a la purificación de las estructuras de la sociedad.
P. Lombardi: Ahora, una pregunta que procede de la parte alemana de este grupo de periodistas: es Christa Kramer, representando al Sankt Ulrich Verlag, quien hace la pregunta:
Domanda: Heiliger Vater, gute Reise! [Santo Padre, ¡buen viaje! Ndt.] El padre Lombardi me ha dicho que tengo que hablar en italiano, así que le hago la pregunta en italiano. Cuando usted se dirige a Europa, habla a menudo de un horizonte en el que Di
os parece desaparecer. En África no es así, pero existe una presencia agresiva de las sectas, están las religiones tradicionales africanas. ¿Cuál es por tanto la especificidad del mensaje de la Iglesia católica que usted quiere presentar en este contexto?
Papa: Ante todo nos damos cuenta de que en África el problema del ateísmo casi no se plantea, porque la realidad de Dios es tan presente, tan real en el corazón de los africanos que no creer en Dios, vivir sin Dios no parece una tentación. Es verdad que existe el problema de las sectas: no anunciamos nosotros, como hacen algunas de ellas, un Evangelio de prosperidad, sino un realismo cristiano; no anunciamos milagros, como hacen algunos, sino la sobriedad de la vida cristiana. Estamos convencidos de que toda esta sobriedad, este realismo que anuncia a un Dios que se ha hecho hombre, y por tanto un Dios profundamente humano, un Dios que sufre también con nosotros, da un sentido a nuestro sufrimiento para un anuncio con un horizonte más amplio, que tiene más futuro. Y sabemos que estas sectas no son muy estables en su consistencia: en el momento puede funcionar el anuncio de la prosperidad, de curaciones milagrosas, etc., pero tras un poco de tiempo se ve que la vida es difícil, que un Dios humano, un Dios que sufre con nosotros es más convincente, más verdadero, y ofrece una ayuda más grande para la vida. Otra cosa importante es que nosotros tenemos la estructura de la Iglesia católica. Anunciamos no a un pequeño grupo que tras un cierto se aísla y se pierde, sino que entramos en esta gran red universal de la catolicidad, no sólo trans-temporal, sino presente sobre todo como una gran red de amistad que nos une y nos ayuda también a superar el individualismo para llegar a esta unidad en la diversidad, que es la verdadera promesa.
P. Lombardi: Y ahora, damos de nuevo la palabra a una voz francesa: es nuestro colega Philippe Visseyrias de France 2:
Pregunta: Santidad, entre los muchos males que afligen a África, está en particular el de la difusión del Sida. La postura de la Iglesia católica sobre el modo de luchar contra él es considerada a menudo no realista ni eficaz. ¿Usted afrontará este tema, durante el viaje? Querido Santo Padre, ¿le sería posible responder en francés a esta pregunta?
Papa: Yo diría lo contrario: pienso que la realidad más eficiente, más presente en el frente de la lucha contra el Sida es precisamente la Iglesia católica, con sus movimientos, con sus diversas realidades. Pienso en la comunidad de San Egidio que hace tanto, visible e invisiblemente, en la lucha contra el Sida, en los Camilos, en todas las monjas que están a disposición de los enfermos… Diría que no se puede superar el problema del Sida sólo con eslóganes publicitarios. Si no está el alma, si no se ayuda a los africanos, no se puede solucionar este flagelo sólo distribuyendo profilácticos: al contrario, existe el riesgo de aumentar el problema. La solución puede encontrarse sólo en un doble empeño: el primero, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humano que traiga consigo una nueva forma de comportarse uno con el otro, y segundo, una verdadera amistad también y sobre todo hacia las personas que sufren, la disponibilidad incluso con sacrificios, con renuncias personales, a estar con los que sufren. Y estos son factores que ayudan y que traen progresos visibles. Por tanto, diría, esta doble fuerza nuestra de renovar al hombre interiormente, de dar fuerza espiritual y humana para un comportamiento justo hacia el propio cuerpo y hacia el prójimo, y esta capacidad de sufrir con los que sufren, de permanecer en los momentos de prueba. Me parece que ésta es la respuesta correcta, y que la Iglesia hace esto y ofrece así una contribución grandísima e importante. Agradecemos a todos los que lo hacen.
P. Lombardi: Y ahora una última pregunta que viene desde Chile, porque nosotros somos muy internacionales: tenemos aquí a la corresponsal de la televisión católica chilena con nosotros. Y le damos la palabra para una última pregunta: María Burgos …
Pregunta: Gracias, padre Lombardi. Santidad, ¿qué signos de esperanza ve la Iglesia en el continente africano? Y: ¿usted piensa poder dirigir a África un mensaje de esperanza?
Papa: Nuestra fe es esperanza por definición: lo dice la Sagrada Escritura. Y por ello, quien lleva la fe está convencido de llevar también la esperanza. Me parece, a pesar de todos los problemas que conocemos bien, que existen grandes signos de esperanza. Nuevos gobiernos, nueva disponibilidad de colaboración, lucha contra la corrupción -¡un gran mal que debe ser superado!- y también la apertura de las religiones tradicionales a la fe cristiana, porque en las religiones tradicionales todos conocen a Dios, el Dios único, pero aparece un poco lejano. Esperan que se acerque. Y en el anuncio del Dios hecho hombre estas se reconocen: Dios realmente se nos ha acercado. Además, la Iglesia católica tiene mucho en común: digamos, el culto de los antepasados encuentra su respuesta en la comunión de los santos, en el purgatorio. Los santos no son sólo los canonizados, son todos nuestros muertos. Y así, en el Cuerpo de Cristo, se realiza precisamente lo que intuía el culto a los antepasados. Etc. Así se da un encuentro profundo que da realmente esperanza. Y crece también el diálogo interreligioso -he hablado ya con más de la mitad de los obispos africanos, y las relaciones con los musulmanes, a pesar de los problemas que se puedan verificar, son muy prometedoras, según me han dicho; el diálogo crece en el respeto mutuo y la colaboración en las responsabilidades éticas comunes. Y por lo demás crece también el sentido de catolicidad que ayuda a superar el tribalismo,uno de los grandes problemas, y surge la alegría de ser cristianos. Un problema de las religiones tradicionales es el miedo a los espíritus. Uno de los obispos africanos me dijo: uno se convierte realmente al cristianismo, llega a ser plenamente cristiano cuando sabe que verdaderamente Cristo es más fuerte. Desaparece el miedo. Y este también es un fenómeno creciente. Así, diría, con muchos elementos y problemas que no pueden faltar, crecen las fuerzas espirituales, económicas, humanas que nos dan esperanza, y quisiera poner de manifiesto los elementos de esperanza.
P. Lombardi: Mil gracias, Santidad, por el tiempo que nos ha dado, por las cosas que nos ha dicho. Es una óptima introducción para seguir su viaje con mucho entusiasmo. Nos empeñaremos en extender su mensaje a todo el continente y a todos nuestros lectores y oyentes.
[Traducción del original italiano por Inma Alvarez]