YAUNDÉ, miércoles, 18 marzo 2009 (ZENIT.org).- El obispo debe ser, según el Papa, «el principal defensor de los derechos de los pobres».
A esta conclusión llegó el miércoles en la mañana al hacer un balance de los desafíos que la Iglesia católica afronta en Camerún junto a los obispos del país, en la Iglesia Cristo Rey de Tsinga.
El pasaje conclusivo de su intervención lo dedicó al «contexto de la globalización», en el que «la Iglesia tiene un interés particular por los más necesitados».
«La misión del obispo le lleva a ser el principal defensor de los derechos de los pobres, a favorecer y promover el ejercicio de la caridad, que es una manifestación del amor del Señor por los pequeños», subrayó el pontífice.
De esta manera, aseguró, «se ayuda a los fieles a comprender concretamente que la Iglesia es una verdadera familia de Dios, reunida en amor fraterno, lo cual excluye todo tipo de etnocentrismo y particularismo excesivo, y contribuye a la reconciliación y la colaboración entre los grupos étnicos para el bien de todos».
Por otra parte, siguió aclarando, «la Iglesia, mediante su doctrina social, quiere despertar la esperanza en el corazón de los excluidos».
«Y es también un deber de los cristianos, especialmente de los laicos que tienen responsabilidades sociales, económicas o políticas, dejarse guiar por la doctrina social de la Iglesia, con el fin de contribuir a la construcción de un mundo más justo, en el que todos puedan vivir dignamente», concluyó.