La Carta de la Paz dirigida a la ONU celebra su vigésimo aniversario

Una gramática común para fundamentar la fraternidad

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ROMA, jueves, 26 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- La situación económica global y los peligros de la violencia exigen una gramática ética común para poder edificar la paz. Esto es lo que se propone la Carta de la Paz dirigida a la ONU; un documento que cumple en marzo su vigésimo aniversario de inició de redacción a cargo del médico y sacerdote Alfredo Rubio de Castarlenas y el profesor y también sacerdote José Luis Socías Bruguera, en China.  

Este documento, cuya redacción final involucró a más de un centenar de reuniones de diálogo y estudio en los diferentes continentes, consta de una introducción, diez puntos, una conclusión y una postdata que señalan unos principios sobre los cuales se puede fundamentar una paz sólida y realista.

El filósofo y teólogo Francesc Torralba, actual docente en la Universidad Ramon Llull de Barcelona, considera que esta Carta ofrece una contribución decisiva a la comunidad internacional al redescubrir la categoría de la reconciliación como valor posible.

«Las tensiones que en el pasado se convirtieron en conflicto y que de algún modo todavía están latentes y se transmiten de generación en generación exigen purificar el pasado, lamentar públicamente los errores que se cometieron, los males que se cometieron, y naturalmente comprometerse en no repetirlos», asegura el teólogo, promotor de la Carta.

Esta carta parte de una premisa fundamental, que es el llamado realismo existencial. Torralba lo explica con estas palabras: «Decir esto para muchos es decir algo muy lejano a su orden mental. Pero la base es una antropología, una imagen del hombre, en el que el ser humano es un ser libre, inteligente, y capaz de amar. Es un ser que puede edificar comunidades pacificas».

«Yo creo que en la carta se parte de una posibilidad. Siempre hay que distinguir entre la posibilidad y la probabilidad, que es posible no significa que sea inmediato, o fácil, o de realización muy probable. Pero se dibuja un horizonte que depende de la corresponsabilidad de muchos agentes», señala.

Esta carta se ha difundido en más de 80 países y ha sido presentada en la sede de las Naciones Unidasm en Nueva York, en varias ocasiones, afirma Torralba «porque es el órgano internacional que históricamente ha velado más por la paz entre los pueblos».

En el trabajo de difusión de la Carta de la Paz realizado en todo el mundo, se han recogido testimonios y comentarios de personalidades y representantes de instituciones: intelelectuales, políticos, artistas, etc. y «la reacción en principio ha sido muy positiva en la mayoría de los países», pues «en principio es una carta que tiene el don de ser muy transversal. De no cerrar puertas sino abrir canales de comunicación», observa Torralba.

«Pero en particular lo interesante es observar que personas de distintas culturas, tradiciones, procedencias religiosas han coincidido en reconocer el valor que tiene la carta mas allá de su ascendencia occidental, oriental, del norte, del sur, cristiana, o no cristiana» concluye.

La actividad de la Carta de la Paz dirigida a la ONU tiene el objetivo de contribuir a la promoción de una cultura de paz, a través de su difusión, su estudio, la investigación y la reflexión de los contenidos del documento.

Algunas de las actividades que organiza son jornadas y coloquios, preparación de cursos de formación, la elaboración de materiales y bibliografía, las presentaciones solemnes de la Carta de la Paz, campañas de sensibilización, la página web, el portal El mundo en clave de Paz, Geopaz, etc., y se encuentra a disposición en 19 idiomas en la página web www.cartadelapaz.org

<p>Esta entrevista puede verse también en www.h2onews.org

Por Claudia Soberón

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ZENIT Staff

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