Dolor del Papa por la muerte del ex presidente italiano Cossiga

ROMA, martes 17 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- Inmediatamente informado sobre la noticia de la muerte del presidente emérito de la República Italiana Francesco Cossiga, sucedida hoy martes, a la edad de 82 años, Benedicto XVI profundamente dolorido se ha recogido en oración.

Según declaró el vicedirector de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Ciro Benedittini, el Papa “participa en el dolor de la familia y del pueblo italiano por la muerte del Presidente emérito Francesco Cossiga, distinguido protagonista de la vida nacional italiana y hombre de fe”.

Hace pocos días – informa hoy Radio Vaticano – monseñor Rino Fisichella había sido encargado por la Secretaría de Estado, en nombre del Papa, de informarse sobre el estado de salud del ex presidente, y había acudido al hospital Gemelli de Roma, donde estaba ingresado Cossiga.

El cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), en nombre de todo el episcopado recordó hoy en una nota “el profundo sentido de Estado y la intensa experiencia de fe, atestiguada en los largos años de actividad académica y de compromiso político”.

Cossiga, prosigue la nota, sirvió a Italia “en las más altas tareas institucionales, en momentos muy delicados, siempre consciente de sus propias responsabilidades y atento a la persecución del bien común”.

Nacido en Sassari (Cerdeña) el 26 de julio de 1928, a los 17 años se inscribió en la Democracia Cristiana, y a los 28 fue nombrado secretario provincial. Dos años después, en 1958, se convirtió en el más joven subsecretario de Defensa en el tercer gobierno guiado por el presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro.

La circunstancia más trágica por la que es recordado es la del secuestro y asesinato de Moro, a manos de las Brigadas Rojas cuando Cossiga desempeñaba el cargo de ministro de Interior y frente a las exigencias de la organización terrorista, las instituciones eligieron la vía de la firmeza.

Después del asesinato de Moro el 9 de mayo de 1978, Cossiga dimitió. Pero el año siguiente fue nombrado presidente del Consejo, permanciendo en el cargo hasta 1980. Se convirtió en el octavo presidente de la República italiana en 1985.

En 1991, a raíz de las revelaciones sobre la existencia de «Gladio» – la sección italiana de Stay Behind Net, una organización secreta de la Alianza Atlántica – se presentó en el Parlamento la petición de encausamiento para Francesco Cossiga. En 1993, sin embargo, el comité parlamentario consideró infundadas las acusaciones.

Por su parte, el diario vaticano L’Osservatore Romano, recordó que el nombre de Francesco Cossiga “aparece en muchos momentos cruciales para la vida del País, desde la reconstrucción postbélica a los movimientos estudiantiles, de los años oscuros del terrorismo hasta el agotamiento de una época y de una generación política, bajo los golpes de las investigaciones judiciales y de las turbulencias provocadas por la caída del muro de Berlín”.

“El estadista desaparecido – afirma L’Osservatore – fue a todos los efectos también hombre de la llamada Primera República, de la que puede considerarse uno de sus símbolos, representante de una generación que, de las cenizas del ventenio fascista y del segundo conflicto mundial, supo construir una nueva Italia, en un contexto lleno de dificultades y contradicciones como fue el de la guerra fría”.

Cossiga fue, subraya el diario vaticano, “un hombre de Estado. De ese Estado que a veces ha sabido transmitir el sentido de la firmeza y de la certeza del derecho y que a veces ha temblado bajo los golpes del terrorismo y de las tramas, verdaderas o presuntas, que de tanto en tanto afloraban en un contexto seguramente particular como el italiano, sobre todo desde los años 70 a los 90 del siglo pasado”.

 

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ZENIT Staff

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