El Papa otorga la Rosa de Oro al santuario de la Virgen del Valle

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 20 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- Además de designar al cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago de Chile, como enviado personal en los actos centrales por el centenario de la diócesis argentina de Catamarca, el Papa Benedicto XVI envió la Rosa de Oro para el santuario de Nuestra Señora del Valle, que será entregada el próximo sábado 21 de agosto a las 20.30, durante la celebración de cierre.

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  La Rosa de Oro es una condecoración otorgada por el Papa a personalidades católicas preeminentes, usualmente reinas. También la recibieron algunas advocaciones de la Virgen María.

Fue creada por León IX en 1049. Como su nombre indica, consiste en un rosal de oro con flores, botones y hojas, colocado en un vaso de plata renacentista en un estuche de oropel con el escudo papal. El Papa la bendice el cuarto domingo de Cuaresma, la unge con el Santo Crisma y se la inciensa, de modo que es un sacramental.

El obispado de Catamarca emitió un comunicado de prensa en el que difunde información sobre esta singular institución de la rosa de oro, que se remonta al año 1049. Se dice que queriendo el Papa León IX poner bajo el dominio directo de la Santa Sede el célebre monasterio de la Santa Cruz de Alsacia que había sido fundado por sus abuelos y sobre el cual tenía derechos de patronato, el monasterio se obligó por un tratado a enviar todos los años al mencionado Papa y a sus sucesores el cuarto domingo de Cuaresma una rosa de oro o dos onzas del mismo metal. Así se verificó y con este motivo se estableció el ritual de la bendición y de la unción de una rosa de oro con la que se quiso figurar a Cristo representado por el oro, el más noble de todos los metales, y la resurrección del Salvador significada por el bálsamo aromático. 

     Antiguamente se pintaba la rosa de carmín para representar la sangre que derramó por su pueblo Jesús, pero luego fueron de oro bruñido y el Santo Padre después de bendecirla la llevaba en procesión con la mano izquierda, mientras que iba bendiciendo a los fíeles con la derecha.

     El Pontífice acostumbraba enviar todos los años esta rosa a alguna iglesia particular o bien a algún príncipe o princesa de la cristiandad. La República de Venecia poseía cinco rosas en el tesoro de San Marcos, que han desaparecido durante las guerras de Italia, y el papa Gregorio XVI envió la que bendijo en 1834 a la ciudad de Venecia.

El valor simbólico

Pero el valor de la Rosa de Oro no reside en la cantidad del precioso metal ni en las gemas de las que está adornada, sino en su significado. En un libro de autor anónimo publicado en Roma en 1560 se declara su simbolismo.

El académico gerundense Enrique Claudio Girbal, en su tratado sobre la Rosa de Oro publicado en 1880, señala: «Desde la flor sencilla, quizás de los valles de los antiguos tiempos, hasta la rosa cuajada de perlas y pedrería, que algún autor describe en los pasados siglos, el valor material de la sagrada joya varía según las circunstancias y hasta según el gusto de los artistas y de las épocas; lo que es incalculable, y no varía, es el tesoro de misterios que la Rosa encierra. Según enseñan los mismos Soberanos Pontífices en repetidas cartas, esta Rosa significa y declara a nuestro Redentor, el cual ha dicho: «Yo soy la flor del campo y el lirio de los valles»; el oro de que se compone indica que Jesucristo es Rey de los reyes y Señor de los señores, cuyo profundo sentido mostraron ya los Magos, cuando como a Rey, le ofrecieron rendidamente el oro. El fulgor y alto precio del metal y las piedras con que la Rosa está compuesta, significan la luz inaccesible en la que habita el que es Luz de luz y Dios verdadero: el olor de los perfumes que sobre ella vierte en la bendición el Sumo Pontífice, representa en invisible esencia la gloria de la Resurrección de Jesucristo que fue de espiritual alegría para todo el mundo, pues con ella terminó el corrompido ambiente de las antiguas culpas y por todo el universo se esparció el suave aroma de la divina gracia; el color encarnado, de que en otro tiempo se teñía, representa la Pasión de Jesucristo; las espinas ofrecen la santa enseñanza de que en las espinas del dolor puso Jesús todas sus delicias, y recuerdan aquella corona que ensangrentó la cabeza del Redentor. En la Rosa, por último, se figura y simboliza la felicidad eterna».

Destinatarios de la Rosa de Oro

Algunos de los destinatarios de la Rosa de Oro fueron: Alfonso VII, Rey de Castilla, por el Papa Eugenio III en 1148; Luís I de Hungría (Clemente VI, 1348); Juana I, Reina de Nápoles (1368), Enrique VI de Inglaterra (Eugenio IV; 1444), Emperador Federico III y su esposa la Emperatriz Leonor, quienes fueron coronados el Lætare Sunday (1452) y recibieron la Rosa de Oro al día siguiente de Nicolás V; Jacobo III de Escocia (Inocencio VIII, 1486), Isabel la Católica (1500, Alejandro VI), Alejandro Jagellón, Rey de Polonia (Julio I, 1505), Enrique VIII de Inglaterra (Julio II, León X y Clemente VII), Isabel de Borbón (1618, Pablo V), Nuestra Señora de Fátima (1965, Pablo VI), Nuestra Señora Aparecida en Brasil (1967, Pablo VI y 2007, Benedicto XVI) y Nuestra Señora de Luján (entregada personalmente por Juan Pablo II en 1982).

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ZENIT Staff

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