CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 22 de agosto de 2010 (ZENIT.org) – Benedicto XVI imploró este domingo la civilización del amor al rezar la oración mariana del Ángelus junto a unos cuatro mil peregrinos congregados en el patio del palacio apostólico de Castel Gandolfo.
Y como ejemplo de esta nueva civilización, en el día en el que la liturgia recordaba a la Virgen María como Reina, presentó su ejemplo que permite comprender cómo los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
«Encomendamos a su intercesión la oración diaria por la paz, especialmente allí donde más golpea la absurda lógica de la violencia para que todos los hombres se persuadan de que en este mundo debemos ayudarnos los unos a los otros como hermanos para construir la civilización del amor», afirmó el Papa.
Profundizando en el ejemplo de María, a la luz del pasaje evangélico de este domingo, el pontífice recordó que la Virgen es el «ejemplo perfecto» de la verdad evangélica que muestra cómo «Dios humilla a los soberbios y poderosos de este mundo y eleva a los humildes».
«¡La pequeña y sencilla muchacha de Nazaret se ha convertido en la Reina del mundo!», exclamó. «Esta es una de las maravillas reveladas por el corazón de Dios».
«Naturalmente la realeza de María depende totalmente de la de Cristo –aclaró–: Él es el Señor, a quien, después de la humillación de la muerte en la cruz, el Padre ha exaltado por encima de toda criatura en los cielos, en la tierra y bajo la tierra».
«María es la primera que atravesó el «camino» abierto por Cristo para entrar en el Reino de Dios, un camino accesible para los humildes, para quienes confían en la Palabra de Dios y se comprometen para llevarla a la práctica», subrayó.