COPAIPÓ, lunes 23 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- “Estoy bien gracias a Dios. Quiero salir pronto”, esta fue la carta que uno de los mineros de Copiapó escribió a su esposa luego de que una sonda pudiera entrar a la mina que fue sepultada 680 metros bajo tierra. “Paciencia y fe. Estoy sintiendo nuevamente la máquina, ojalá esta vez llegue”, concluye el minero que lleva 17 días sepultado.
El derrumbe se produjo el pasado 5 de agosto en una mina de carbón en el yacimiento de San José, ubicada en la región de Atacapa, al norte de Chile.
Cada día que pasaba se perdían más las esperanzas de encontrar con vida a los 33 mineros que fueron sepultados hace 18 días. Otro de los mensajes encontrados ayer en la tarde y escrito en tinta roja decía: “Estamos bien en el refugio los 33”. La fotografía de este trozo de papel le dio ayer la vuelta al mundo.
Los socorristas trabajaron intensamente durante más de dos semanas. La perforación en las rocas de carbón concluyó ayer domingo y el hecho permitió abastecer de oxígeno, agua y víveres y vituallas a los 33 mineros.
Orar para no perder la esperanza
El obispo de Copiapó, monseñor Gaspar Quintana, en días pasados había organizado campañas de oración para que los mineros fueran rescatados con vida. Las plegarias coincidieron con la celebración del día de San Lorenzo, patrono de los mineros, el pasado 10 de agosto.
“Que san Lorenzo Mártir, patrono de los mineros nos acompañe, interceda por nosotros y ojalá todo este esfuerzo tenga un feliz término y puedan los mineros volver, ojalá en muy buenas condiciones hacia sus seres queridos”, eran las declaraciones del prelado la semana pasada al noticiero 24 horas de TVN, antes de que el mundo supiera que los mineros se encontraban aún con vida.
El obispo, quien por su labor pastoral conoce muy bien las condiciones de los mineros, dijo que esta situación resulta también “un llamado de atención a que ojalá las condiciones de trabajo le den mayores garantías de seguridad”.
“La finalidad del trabajo es el bien común pero asegurando al máximo que los trabajadores tengan un margen de seguridad humana”, dijo monseñor Quintana.
“Por muy bueno que sea la minería para el rendimiento de la economía, ante todo está la persona humana. Es el legado que la Iglesia propone a la opinión pública”, indicó el prelado.