CASTEL GANDOLFO, miércoles 25 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- A pocos días de la fecha en que la Iglesia católica celebra la memoria de san Agustín y su madre, santa Mónica, el Papa Benedicto XVI volvió a dedicarle una catequesis, durante la audiencia general celebrada hoy en el palacio de Castel Gandolfo.
El Papa reconoció ante los peregrinos, muchos de los cuales no pudieron acceder al patio interior por falta de espacio, su predilección por el santo obispo de Hipona, junto con san José y san Benito, de quienes lleva el nombre.
“San Agustín, a quien tuve el gran don de conocer, por así decirlo, de cerca a través del estudio y la oración”, afirmó, “se ha convertido en un buen ‘compañero de viaje’ en mi vida y en mi ministerio”.
Este santo “fue un hombre que nunca vivió con superficialidad”, una lección de vida “actual también en nuetsra época, en la que parece que el relativismo sea, paradójicamente, la ‘verdad’ que debe guiar el pensamiento, las decisiones, los comportamientos”.
“En nuestro tiempo se tiene una especie de miedo al silencio, del recogimiento, de pensar en los propios actos, en el sentido profundo de la propia vida, a menudo se prefiere vivir solo el momento fugaz, esperando que traiga felicidad duradera; se prefiere vivir, porque parece más fácil, con superficialidad, sin pensar; se tiene miedo de buscar la Verdad, o quizás se tiene miedo de que la Verdad nos encuentre, nos aferre y nos cambie la vida, como le sucedió a san Agustín”.
El camino vital de Agustín, recordó el Papa, “no fue fácil: creyó encontrar la Verdad en el prestigio, en la carrera, en la posesión de las cosas, en las voces que le prometían la felicidad inmediata”.
Agustín “cometió errores, atravesó tristezas, afrontó fracasos, pero nunca se detuvo, nunca se acontentó con lo que le daba solamente un incidio de luz; supo mirar en lo íntimo de sí mismo y se dio cuenta, como escribe en sus Confesiones, de que esa Verdad, ese Dios que buscaba con sus fuerzas era más íntimo a él que el mismo”.
Benedicto XVI recordó su propio comentario durante la presentación, el año pasado, de un reciente film sobre la vida de san Agustín: éste “comprendió, en su inquieta búsqueda, que no era él quien había encontrado la Verdad, sino que la propia Verdad, que es Dios, le persiguió y le encontró”.
En compañía de los santos
Siguiendo la estela de san Agustín, el Papa invitó a todos, “también a quien está en un momento de dificultad en su camino de fe, a quien participa poco en la vida de la Iglesia o a quien vive como si Dios no existiese, que no tengan miedo de la Verdad, que no interrumpan nunca el camino hacia ella, que no cesen nunca de buscar la verdad profunda sobre sí mismos y sobre las cosas con los ojos internos del corazón”.
“Dios no dejará de dar Luz para hacer ver y Calor para hacer sentir al corazón que nos ama y que desea ser amado”, añadió.
Por otro lado, de la misma forma que san Agustín le ha acompañado en su vida personal, el Papa propuso a los presentes que encuentren a su “santo compañero” en el viaje de la vida.
“Cada uno debería tener algún santo que le fuese familiar, para sentirle cercano con la oración y la intercesión, pero también para imitarlo”, sugirió.
“Quisiera invitaros, por tanto, a conocer más a los santos, empezando por aquel cuyo nombre lleváis, leyendo su vida, sus escritos. Estad seguros de que se convertirán en buenos guías para amar cada vez más al Señor y ayudas válidas para vuestro crecimiento humano y cristiano”.
Al saludar a los peregrinos españoles, volvió a insistir en su invitación a familiarizarse “con la vida y los escritos de los Santos, pues os ayudarán a amar cada vez más al Señor y a crecer como personas y como cristianos”.
[Por Inma Álvarez]