CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 30 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- En la Santa Sede nadie ha comparado con el Holocausto nazi la expulsión de gitanos anunciada por el presidente francés Nicolas Sarkozy. Los artículos informativos que así lo han afirmado se basan en un error de traducción.
Periódicos italianos habían hecho circular el 27 y el 28 de agosto titulares como «Vaticano: ‘Los gitanos víctimas de un holocausto». A continuación, como es lógico, opinionistas de todo el mundo –incluido el Premio Nobel Elie Weisel– han criticado esta afirmación, que se basaba en las noticias no corregidas por los medios.
Las declaraciones en cuestión fueron concedidas el 26 de agosto a la agencia francófona I. Media, con sede en Roma, especializada en cuestiones religiosas, por el arzobispo Agostino Marchetto, secretario del Consejo Pontificio para los Emigrantes e Itinerantes.
El prelado italiano había dicho en francés que «cuando se dan expulsiones, sufrimientos, no puedo alegrarme por el sufrimiento de estas personas, en particular cuando se trata de personas débiles y pobres que han sido perseguidas, que fueron víctimas asimismo de un ‘holocausto'».
Varios periódicos italianos, sin embargo, tradujeron en presente esta última frase, que en realidad hacía referencia al terrible pasado sufrido en la segunda guerra mundial. De este modo, las propuestas de Sarkozy fueron calificadas por un error de traducción, puesto en los labios de monseñor Marchetto, como «holocausto».
La falta de una posterior corrección ha hecho que todavía en estos momentos se atribuyan al prelado declaraciones que nunca hizo.
Monseñor Marchetto aclaraba en esa entrevista que cuando el Papa o los representantes de la Iglesia «tomamos la defensa de los derechos del hombre, cuando hablamos del respeto de la dignidad de personas, en particular de mujeres y niños, no se está haciendo política, sino pastoral»
«La Iglesia es la Iglesia, no es ni de derechas ni de izquierdas, ni de centro. Presenta con respeto su punto de vista sobre todo los que concierne la ley moral, la doctrina social de la Iglesia», aclaró.
El prelado explicó en este contexto que las expulsiones de los gitanos no pueden ser «colectivas». «Hay que prestar atención a las diferencias y no podemos culpabilizar a toda una población por la falta de cumplimiento de la ley de algunos».