MADRID martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Con una misa multitudinaria en la Plaza de Cibeles, que será escenario también de la acogida a Benedicto XVI el próximo jueves 18, inauguró hoy el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, la Jornada Mundial de la Juventud, en presencia de centenares de miles de jóvenes.

En la misa concelebraron cerca de 800 obispos y cardenales procedentes de todo el mundo, así como unos 8.000 sacerdotes.

Después de una animada acogida y en medio de un fuerte calor, la Jornada Mundial de la Juventud fue inaugurada con la liturgia que la Congregación para el Culto Divino ha autorizado para la memoria del beato Juan Pablo II.

En esta plaza madrileña, el mismo entorno en el que Juan Pablo II congregara a cientos de miles de personas en 1982, 1993 y 2003, el cardenal Rouco quiso recordar la gran influencia que el papa polaco ha tenido en la nueva forma de evangelizar a los jóvenes.

Con Juan Pablo II, explicó el purpurado en la homilía, “se inicia un periodo histórico nuevo, ¡inédito!, en la relación del Sucesor de Pedro con la juventud, y, consecuentemente, una hasta entonces desconocida relación de la Iglesia con sus jóvenes: relación directa, inmediata, de corazón a corazón, impregnada de una fe en el Señor, en Jesucristo, entusiasta, esperanzada, alegre, contagiosa”.

“La santidad personal de Juan Pablo II brilla con un atractivo singular precisamente en este aspecto de la evangelización de los jóvenes contemporáneos”, reconoció el cardenal Rouco, en medio de interminables aplausos. Una santidad que “procede del amor a Jesucristo”.

“Desde aquella convocatoria primera de la Jornada de 1985 en Roma hasta esta Jornada de Madrid se ha ido desgranando una bella historia de fe, esperanza y amor en tres generaciones de jóvenes católicos y no católicos”, añadió.

El secreto de esta nueva forma de dirigirse a la juventud, subrayó, fue “la santidad personal de Juan Pablo II”, la cual “brilla con un atractivo singular precisamente en este aspecto de la evangelización de los jóvenes contemporáneos”.

“Este amor apasionado a Jesucristo es precisamente lo que fascinaba y cautivaba a los jóvenes. Comprendían que de este modo ellos eran queridos y amados por el Papa de verdad: sin halagos, ni disimulos; ni interesada, engañosa o superficialmente; sino con toda la autenticidad del que sólo buscaba su bien”.

Nueva generación

Sin embargo, señaló el cardenal Rouco, los jóvenes que hoy han acudido a Madrid son una generación distinta, ya no es la que despertó Juan Pablo II en los años 80.

“Vuestro 'sitio en la vida' tiene sus peculiaridades. Vuestros problemas y circunstancias vitales se han modificado. La globalización, las nuevas tecnologías de la comunicación, la crisis económica, etc., os condicionan para bien y, en muchas ocasiones, para mal”, dijo el purpurado.

Los jóvenes de hoy, afirmó, tienen una fe más vacilante debido a que sus “raíces existenciales están debilitadas por un rampante relativismo espiritual y moral”, están “encerrados por el poder dominante” y no hallan “sólidos fundamentos para sus vidas en la cultura y la sociedad actuales, incluso, no rara vez, en la propia familia”.

También estas Jornadas de la Juventud, tras la beatificación de Juan Pablo II, parecen entrar desde ahora en una nueva etapa, distinta de las anteriores citas papales, un cuarto de siglo después de la inauguración de la primera en Roma.

De alguna forma, para el cardenal Rouco, anfitrión de una segunda JMJ (lo fue en 1989, como arzobispo de Santiago de Compostela), insistió en la importancia de una nueva espiritualidad más “hecha carne”, de la promoción de una vivencia más interiorizada, más “hecha vida”, de la fe.

La juventud del siglo XXI, explicó, “necesita, tanto o más que las generaciones precedentes, encontrar al Señor por la única vía que se ha demostrado espiritualmente eficaz: la del peregrino humilde y sencillo que busca su rostro”.

Citando el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a la JMJ, el cardenal insistió en que “el joven de hoy necesita ver a Jesucristo cuando Él le sale al encuentro en la Palabra, en los Sacramentos”, así como el el próximo necesitado.

Nueva evangelización

Otro de los puntos en que insistió el cardenal Rouco a los jóvenes fue el de la incardinación de las Jornadas Mundiales de la Juventud dentro de un proceso mucho más amplio de nueva evangelización dentro de la Iglesia católica, precisamente en un momento en que ésta está inmersa en la reflexión sobre el significado de este término, de cara al próximo Sínodo convocado por Benedicto XVI para el año 2012.

Se trata de un proceso, el de la nueva evangelización, en el que el testimonio concreto de la “forma de vivir” de los fieles cobra una relevancia más grande que en etapas precedentes.

“Se evangeliza con las palabras y con las obras, hoy más que nunca”, aseguró el prelado, el cual insistió también en la importancia del discernimiento vocacional que muchos jóvenes viven en estas JMJ.

“Tened presente estos días - dijo el purpurado a los presentes - que el Señor, por medio del Papa, os va a preguntar: ¿aceptáis el formidable y hermoso reto de “la nueva evangelización” de vuestros jóvenes coetáneos? Respondedle que sí, recordando aquella vibrante y valiente llamada de Juan Pablo II en la Homilía del Monte del Gozo el 20 de agosto de 1989: ¡“No tengáis miedo a ser santos”! ¡“dejad que Cristo reine en vuestros corazones”!

La nueva evangelización es una tarea de todos en la Iglesia: “En ella los laicos tienen un papel protagonista, especialmente los matrimonios y las familias cristianas, sin embargo, la evangelización requiere hoy con urgencia sacerdotes y personas consagradas”.

El purpurado invitó a los jóvenes a responder a Cristo “con toda la capacidad de ilusión y apertura generosa a los grandes ideales de la vida”, con “un claro y coherente compromiso de vida”, así como a la generosidad ante la propia vocación.

Por Inma Álvarez