MAR MOUSSA, miércoles 29 febrero 2012 (ZENIT.org).- El miércoles 22 de febrero pasado, la comunidad de Mar Moussa en Siria sufrió un ataque armado.

Según un comunicado hecho público por la comunidad del monasterio de Mar Moussa el-Habachi, el miércoles 22 de febrero, hacia las 18 horas, tuvieron lugar los hechos siguientes: “Una treintena de hombres armados, los cuales, excepto el comandante, tenían el rostro cubierto, hicieron irrupción en el establo del monasterio, donde se encontraban algunos empleados. Revolvieron los locales a la búsqueda de armas y dinero, preguntando dónde estaba el padre responsable. Uno de los empleados fue obligado a llevar a algunas personas armadas hasta otra parte del monasterio. Allí, cuatro religiosas fueron secuestradas en una habitación bajo vigilancia, cuando se preparaban a ir a la oración. Después, algunos de los agresores entraron en la iglesia. La comunidad monástica, reunida para la meditación, les recordó que este lugar estaba consagrado a la oración y merecía respeto. Los hombres armados obligaron a los presentes bajo amenazas a reunirse en un ángulo de la iglesia. Luego, interceptaron a otras personas en el monasterio tratándolas de manera brutal. Luego, sin ocasionar estragos mayores, siguieron buscando, siempre sin resultado, armas y dinero, destruyendo a su paso todo medio de comunicación que encontraron. En el curso de la agresión, el responsable del grupo tomaba fotos con su móvil. Tras permitir que siguiera la oración, ordenó a los presentes permanecer en la iglesia durante una hora”.

“El superior del monasterio –sigue el comunicado. Se encontraba en Damasco, y no pudo regresar sino en la madrugada del jueves”.

El comunicado señala que “quienes entre las personas armadas ejercían una autoridad habían declarado enseguida su intención de no hacer mal a las personas presentes en el monasterio, y efectivamente mantuvieron su palabra durante la agresión”.

Naturalmente, sigue el comunicado “surge el interrogante sobre la identidad del grupo armado. Imposible por el momento dar una respuesta segura. Parece cierto, que se trata de hombres habituados al uso de las armas en vistas a satisfacer sus intereses materiales. Queda igualmente oscura la razón por la que buscaban armas en un monasterio conocido desde hace años por su opción y su promoción de la no violencia”.

“Damos gracias a Dios –concluye el comunicado- por la protección de sus ángeles y hemos rezado durante la misa por nuestros agresores y sus familias. A pesar de estos acontecimientos dolorosos, no hemos perdido la paz ni el deseo de servir a la reconciliación”.