KÖNIGSTEIN, miércoles 15 febrero 2012 (ZENIT.org).- El primado de la Iglesia grecocatólica de Ucrania, en una visita a la fundación católica Ayuda a la Iglesia Necesitada, explicó la situación de las relaciones con los ortodoxos que viven un momento muy positivo.
De «excelentes» calificó el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, primado de la Iglesia grecocatólica ucraniana, las relaciones con los ortodoxos, con ocasión de una visita a la asociación católica internacional «Ayuda a la Iglesia Necesitada».
Nunca antes habían sido tan buenas las relaciones como hoy en día; cuidar dichas relaciones amistosas y fraternas es una intención muy especial suya, subrayó Shevchuk.
El cristianismo cuenta en Ucrania con más de mil años de historia. Sin embargo, durante el pasado siglo vivió una época de ateísmo agresivo. Según comenta Shevchuk, la principal tarea de las Iglesias cristianas consiste en «redescubrir esas raíces cristianas y encontrar nuevas vías para estar presentes, en condición de cristianos, en la sociedad».
«En una época de inseguridad, en la que en la sociedad se están produciendo procesos que, según el sentir de muchos, ya no son controlables, se confía mucho en las Iglesias cristianas. Según encuestas, en las Iglesias cristianas confían más personas que en el presidente», dice Shevchuk. Como la Iglesia no depende del Estado, puede «decir la verdad y desempeñar un importante papel en la sociedad». Al cristianismo le corresponde un papel fundamental para la unidad nacional de Ucrania: «Somos neutrales en lo que se refiere a la política, pero enseñamos la doctrina social de la Iglesia, anunciamos el Evangelio y defendemos a los indefensos», expuso. Para poder hacerlo con autenticidad, una de las prioridades es la buena formación de los sacerdotes.
El primado de la Iglesia grecocatólica, unida con Roma, expresó al mismo tiempo a Ayuda a la Iglesia Necesitada su agradecimiento por la ayuda que la asociación lleva prestando en Ucrania desde hace muchos años.
Se refirió sobre todo al fundador, el padre Werenfried van Straaten. Él mismo se calificó como «un fruto de la labor y de la obra benéfica del padre Werenfried» pues, después de la caída de la Unión Soviética, tuvo la oportunidad de hacer un doctorado en Roma gracias a una beca de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Después volvió a su país, en calidad de primer doctor en Teología, para reconstruir, también con el apoyo de la asociación, el seminario de Lviv.