CIUDAD DEL VATICANO, domingo 4 marzo 2012 (ZENIT.org).- De vuelta de la visita pastoral a la parroquia romana de San Juan Bautista de la Salle, en el Torrino, a mediodía, Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro para la acostumbrada cita dominical.
En sus palabras anteriores al rezo del Ángelus, el papa recordó que este es eldomingo de la Transfiguración de Cristo.
“El misterio de la Transfiguración –dijo Benedicto XVI- no se separa del contexto del camino que Jesús está haciendo. Él se ha ya decididamente dirigido hacia el cumplimiento de su misión, a sabiendas de que, para llegar a la resurrección, tendrá que pasar a través de la pasión y la muerte de cruz. De esto les ha hablado abiertamente a sus discípulos, los cuales no han entendido, sino más bien han rechazado esta perspectiva porque no razonan de acuerdo con Dios, sino con los hombres”.
“Por eso Jesús lleva a tres de ellos a la montaña –añadió- y les revela su gloria divina, el esplendor de la Verdad y del Amor. Jesús quiere que esta luz pueda iluminar sus corazones cuando pasen por la densa oscuridad de su pasión y muerte, cuando el escándalo de la cruz será insoportable para ellos. Dios es luz, y Jesús quiere dar a sus amigos más íntimos la experiencia de esta luz, que habita en Él. Por lo tanto, después de este evento, Él será en ellos una luz interior, capaz de protegerlos de los ataques de las tinieblas. Incluso en la noche más oscura, Jesús es la luz que nunca se apaga”.
El papa explicó que “ todos necesitamos la luz interior para superar las pruebas de la vida. Esta luz proviene de Dios, y es Cristo quien nos la da, Él, en quien habita toda la plenitud de la divinidad”.
E invitó a subir “con Jesús al monte de la oración y, contemplando su rostro lleno de amor y de verdad, dejémonos colmar interiormente de su luz”.
Se pueden leer las palabras completas del papa en este enlace: http://www.zenit.org/article-41629?l=spanish.
Después de rezar el Ángelus, el papa se dirigió en su idioma a cada uno de los grupos ligüísticos, haciéndoles un breve resumen de sus anteriores palabras.
A los grupos de habla hispana, les dijo: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los jóvenes de Ibiza, Santa Eulalia y Formentera que se preparan para recibir la Confirmación, así como a los grupos parroquiales de Sevilla y Madrid”.
“El momento de la transfiguración del Señor –les explicó–, que nos relata el Evangelio de hoy, es una invitación a poner los ojos en el esplendor de la gloria divina, que Jesús nos ha traído y hacia la cual hemos de caminar, siguiendo sus palabras y su ejemplo. Que, en este tiempo de Cuaresma, todos nos sintamos animados por la gloria de la Pascua, y fortalecidos por la Palabra de Dios en el camino de conversión para llegar a ella”.