Regalos de María a México

Historias en el camino de Benedicto XVI a América Latina

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Por Paloma Rives

Enviada Especial

GUANAJUATO, lunes 12 marzo 2012 (ZENIT.org).- Es una ciudad mágica. Al entrar a Guanajuato se contemplan paisajes coloniales hermosos: calles empedradas, túneles que evocan antiguas minas y los cerros propios de esta zona de México donde observamos casas que parecen colocadas como piezas de una hermosa y original maqueta.

Ya estamos en el centro de esta ciudad nombrada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Recorremos las calles pasando por el Mercado Hidalgo, construido a finales del siglo XIX con estructuras de hierro y recubierta por cantería.

Llegamos a la Plaza de la Paz, donde estará su santidad Benedicto XVI el próximo sábado 24 de marzo, justo frente a la basílica colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato. Rodeada por edificios coloniales, bancos y restaurantes, que en otro tiempo sirvieron como residencia de condes y grandes señores.

Aquí se encuentra Ella, la hermosa Imagen de madera de la Madre de Cristo.

La historia señala que los católicos de Granada, España, daban tributo a esta misma imagen Virgen. En el año 714 cuando ese país fue invadido, al verse asaltados por los moros y temerosos de un desacato a la imagen de la Virgen, la ocultaron en una húmeda cueva para librarla de cualquier daño que pudieran hacerle. Ahí permaneció unos ocho siglos y medio.

Sabemos que este tiempo hubiera sido suficiente para que, estando en cualquier parte, se destruyera la madera más firme. No así la de la imagen de la Santísima Virgen que –a pesar de las condiciones de un espacio subterráneo, húmedo y sin ventilación- no tuvo la más leve lesión.

Mientras que los musulmanes dominaron en España, la imagen de la Virgen permaneció oculta y cuando Granada fue recuperada por los Reyes Católicos fue descubierta esta imagen a mediados del siglo XVI y entregada a Carlos V.

En la Nueva España había empezado la evangelización y en 1546 se habían incluido las montañas de Guanajuato en la corona de Castilla.

De inmediato se corrieron las voces sobre los descubrimientos de las vetas de oro y plata en 1548 y 1550. Fue entonces cuando Carlos V quiso hacerle un presente a esas tierras de Guanajuato: la Virgen descubierta en Santa Fe de Granada que se encontraba intacta.

Cuando Carlos V abdicó en favor de su hijo Felipe II, el nuevo rey cumplió los deseos de su padre y envió a Guanajuato la imagen de la Virgen, comisionando a don Perafán de Rivera a quien confió el nombramiento de primer alcalde mayor juez de minas de Guanajuato.

La Virgen es la Patrona de Guanajuato desde 1557, hace 455 años. Si consideramos los ocho siglos y medio que permaneció en la cueva de Granada, tenemos una imagen de María de ¡mas de mil doscientos años!

Desde entonces, Nuestra Señora de Guanajuato ha intercedido innumerables veces para regalar milagros que fortalecen en la fe, de solo escucharlos. El primero del que se tiene conocimiento y que es parte de las bellas historias en torno a Ella, es el que vive don Perafán de Rivera en su travesía para cumplir con el encargo de Felipe II.

El arquitecto Cuauhtémoc Robles Bello, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guanajuato y miembro del grupo de los “Perafanes” nos explica: “El traslado de la Virgen lo hizo don Perafán en el barco Santa María, el cual llegó a Veracruz (sur de México) de ahí, la imagen se trasladó en mula hasta la meseta de la Yerbabuena en Guanajuato (centro de México). Los viajeros detuvieron su andanza por el miedo de haber perdido la noción del camino y por las altas posibilidades de un ataque de la comunidad nómada de chichimecas que se resistían a la evangelización. Improvisaron un campamento para esperar el amanecer. Colocaron la imagen de la Virgen –a modo de pedestal- sobre un gran tambor donde rezaron por su seguridad y pidiéndole les sirviese de brújula para llegar a su destino”.

Cuenta el Aarquitecto Robles el primer milagro que se le atribuye a Nuestra Señora de Guanajuato: “A la mañana siguiente, los viajeros vieron dos palomas blancas que volaron hacia donde debían andar para lograr su misión y fue así que llegaron a la villa Real de Minas de Guanajuato, el nueve de agosto de 1557”.

Son las doce del día. Suenan las campanas para el Ángelus. El arquitecto hace una pausa en su conversación al igual que muchas de las personas que caminaban por la calle y detienen su paso. La estación de radio que sonaba en una de las tiendas suspende la música y transmite la oración. Después de unos minutos, dice el arquitecto: “En Salamanca Guanajuato, he visto personas que se hincan ante el llamado del Ángelus”.

¡Este es otro de los bellos milagros de Nuestra Señora de Guanajuato! Ante la voracidad del día a día, de las prisas, de la información en los medios de comunicación, muchas personas en Guanajuato se dirigen a la Virgen todos los días a las doce.

Continuamos nuestra charla. Arquitecto, cuéntenos mas de los milagros de la Virgen de Guanajuato por favor. –“Hace muchos años, en el siglo XIX, unos mineros quedaron sepultados durante su trabajo. Inmediatamente iniciaron las misas, oraciones y ofrecimientos a Nuestra Señora. Milagrosamente y fuera de todo pronóstico –por las condiciones del derrumbamiento y la poca tecnología de ese entonces- los mineros salieron con vida de ese accidente.

El arquitecto Cuauhtémoc proyecta en su mirada un profundo orgullo de ser guanajuatense y seguidor de la Virgen. Así, continúa: “En los años ochenta –1983 si mal no recuerdo- tuvimos una época muy difícil en todo el estado. Una sequía sin precedentes, de las peores que hemos vivido en muchos años. No teníamos agua para la tierra, para el uso humano. ¡Terrible! Fue entonces que se hizo una procesión con la Virgen hacia la Presa de la Esperanza; el abad celebró ahí una misa con cientos y cientos de fieles. Orábamos por su intercesión para que nos pudiera ayudar en este grave problema sin agua. Una vez terminada la misa, inició la peregrinación de regreso a la basílica y justo antes de llegar, comenzó a llover fuertemente y eso ayudó a que la presa se abasteciera. ¡Qué mayor muestra del amor de Nuestra Madre podríamos haber tenido en ese momento¡”, concluye emocionado.

Este año 2012, la Virgen de Guanajuato concede un regalo más a sus hijos: la visita del papa Benedicto XVI. Así lo expresa el abad de la Basílica, monseñor Juan Rodríguez Alba.

Del encuentro de Nuestra Señora de Guanajuato con el santo padre y la Ruta de La Virgen en ese estado de México, será la próxima entrega.

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ZENIT Staff

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