Por Paloma Rives, enviada especial
GUANAJUATO, domingo 18 marzo 2012 (ZENIT.org).- La concepción de este lugar especial, inició con una misa en 1919. A 53 años, el 25 de marzo de 2012 el papa Benedicto XVI reafirmará la misma fe que logró la construcción de este monumento de más de 20 metros de altura. La historia del Cristo del “cubilete” es, sin duda, una historia de obstáculos pero también de perseverancia.
En noviembre de 1919, el obispo de León Guanajuato José Guadalupe Albino Emeterio Valverde Téllez, realizó una visita pastoral a Silao, Guanajuato, y estando hospedado en el templo del Señor del Perdón –atendido por los carmelitas- contempló el cerro de “El Cubilete”. Ahí, sintió el deseo de celebrar una misa en la cima. Se acercaban entonces las fiestas de la “Vigilia de Espigas” –que es muy tradicional en la Adoración Nocturna- era el momento ideal.
Una vez que el obispo Valverde Tellez celebrara la misa, el padre Eleuterio de María Santísima Ferrer –sacerdote carmelita y director espiritual de los adoradores- propuso que se pusiera una lápida conmemorativa. Ante ello, el presidente de la sección Felipe Bravo Araujo precisó que mejor se hiciera un monumento, solo que sobre él, se colocara la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. La idea fue comunicada al obispo Valverde, quien complacido aceptó y quiso que tuviera el carácter de diocesano; puso la primera piedra el 12 de marzo y el 11 de abril de 1920 hizo su dedicación.
El Episcopado lo nombró monumento nacional y solicitó que se sustituyera por uno más grandioso, lo cual fue aprobado el 10 de octubre de 1920, día en que se celebraban en México las Bodas de Plata de la Coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe. Además, se le llamó votivo, porque así el Episcopado daría cumplimiento al voto que hizo al Sagrado Corazón el 11 de junio de 1914 de erigirle un templo nacional.
Cabe señalar que el cerro del cubilete se encuentra a 2.579 metros sobre el nivel del mar y marca el centro geográfico exacto de la República Mexicana.
Se iniciaron los trabajos del segundo monumento en 1923, pero se impidió continuar con su construcción. Era aquella una de las épocas más difíciles de la persecución cristera. El acto de erigir una estatua honrando a Cristo Rey se consideró entonces un acto anticonstitucional y un desafío al gobierno. El 30 de enero de 1928 fue dinamitado el lugar.
Después de varios intentos, luchas continuas y momentos de desesperanza, el 11 de diciembre de 1944, el obispo Valverde bendijo y colocó la primera piedra del –entonces ya- quinto monumento. Ese mismo día bendijo la Ermita Expiatoria –que se edificó en el lugar donde fue dinamitada la primera estatua- para pedir perdón por el sacrílego atentado.
El monumento a Cristo Rey consta de dos partes: una basílica-esfera que simboliza el universo y sobre ella, de pie, la estatua de Cristo Rey con dos ángeles que le ofrecen dos coronas: la del martirio y la regia. La estatua, de estilo helénico, obra del escultor regiomontano Fidias Elizondo, simboliza la divina realeza de Cristo Señor del universo.
Cuando el obispo Valverde murió (1948), la obra estaba muy adelantada y el obispo Manuel Martín del Campo Padilla continuó con los trabajos. El 11 de diciembre de 1950 bendijo la estatua en nombre de su santidad Pío XII. Ese día se cumplían 25 años de la encíclica Quas Primas, de Pío XI, por la que se estableció la festividad universal de Cristo Rey.
La bendición de la custodia monumental, verdadero trono de Cristo Rey Eucarístico, se realizó el 20 de abril de 1960.
Ha sido un camino difícil, igual que el camino que muchos peregrinos han tenido que recorrer entre brechas angostas y empedradas antes de que los accesos a este santuario tuvieran las características de hoy en día.
Podemos constatar por la historia, que es este un lugar especial para Cristo Rey. Con los brazos extendidos, desde lo alto, cobijará con su sombra al sucesor de san Pedro y a los miles de personas de buena voluntad que recibirán ahí al mensajero de la paz, a Benedicto XVI.