Por José Antonio Varela Vidal
ROMA, domingo 18 marzo 2012 (ZENIT.org).- En Roma hay un lugar –y una persona (aunque ahora dos)–, que se dedican con un equipo de trabajo, a la investigación de san José, padre de Jesús, esposo de María y patrono de la Iglesia universal.
Es así que los presbíteros Tarciciso Stramare, italiano, y Alberto Santiago, brasileño, de la congregación Oblatos de San José, están destinados por su congregación a esta obra que se llama el Movimiento Josefino. Ante la cercanía de la fiesta de san José del 19 de marzo, en que se celebra también el Día del padre, ZENIT conversó con estos dos teólogos, o mejor dicho, expertos en “josefología”.
Padre Tarcisio, ¿cómo fue su acercamiento al estudio de san José?
–P. Tarcisio: Me acerqué porque era profesor de sagrada escritura en la universidad Lateranense y en el año 60 crearon la biblioteca ‘Santorum’ con diversas figuras bíblicas y de santos. Cuando se llegó a san José, me llamó el rector y me dijo que como yo era josefino debía escribir el fascículo sobre el padre de Jesús. Al principio no quería hacerlo porque no había nada qué decir… ¿o acaso debía inventar? Después que me insistió me puse a estudiarlo y me di cuenta que era un ignorante, y así me fui dedicando a él durante estos 50 años.
¿Y que nos dice de este centro de investigaciones que dirige?
–P. Tarcisio: Se llama el Movimiento Josefino y fue fundado en 1983 por el padre Ángelo Renero, cuyo objetivo es hacer conocer la figura de san José. Es un compromiso de la congregación por abrirse y poner el propio carisma a disposición de los otros.
Hablemos de san José, cuya fiesta más conocida se celebra este 19 de marzo, que también es el día del padre en Italia… ¿Por qué es un modelo para los padres de familia?
–P. Tarcisio: Por que es un hombre que se pone al servicio de la familia. Es el que manda, es cierto, pero es a la vez el más pequeño porque sirve con amor. No generó a Jesús, pero es su padre y en la exhortacion apostólica Redemptoris Custos, el beato Juan Pablo II defiende la plena autenticidad de la paternidad de José.
Pero son dos fiestas las más conocidas y otras que ya no se celebran…
–P. Tarcisio: Hay ciertas fiestas que se crean por motivos contingentes, por ejemplo cuando había problemas con los trabajadores, el papa Pío XII instituyó una y puso como patrono de la clase obrera a san José (1 de mayo), pero ahora que desaparece el sentido del trabajo, esto pierde interés e incluso es memoria libre… La más importante es la fiesta del 19 de marzo –establecida probablemente por Gregorio XI en el siglo XIV–, y fijada como solemnidad por Pablo VI en 1969, en la cual lo veneramos como esposo de María y por ende, como padre de Jesús. También sobre ese día recae el reconocimiento de Patrono de la iglesia universal, la cual es el cuerpo místico de su hijo Jesús. Como vemos, todo está relacionado… También existía la fiesta del Desposorio de José y María del 23 de enero, que aunque no se celebra oficialmente, podemos aprovecharla porque si queremos hablar de la familia vale la pena promoverla.
Si nos situamos en la tradición judía y la vida cotidiana de Nazareth, ¿qué aprendía Jesús de su padre? –P. Tarcisio: Aprendió la experiencia, que es algo muy distinto del conocimiento especulativo. Aprendía de la vida humana, porque fue verdaderamente niño, joven, trabajador. Aprendió a hablar, a rezar, a leer la palabra de Dios al lado de sus padres. Y algo muy importante: Jesús lo honró llamándolo ‘papá’, como llamaba a su padre ‘Abbá’.
¿José, al igual que María, «guardaba todo en su corazón»?
–P. Tarcisio: No lo dice el evangelio, pero es claro que él meditaba. Estamos haciendo un estudio teológico sobre las representaciones artísticas que presentan a José con un libro, como se le ve también a María cuando recibe al ángel, para demostrar que ella veía en la voluntad de Dios lo que debía hacer. También en la iconografía vemos a José que lee el libro; no solo era el trabajador, sino que leía y buscaba entender qué debía hacer para cumplir la voluntad de Dios. La Redemptoris Custos reitera que estaba «junto» a María, por lo que es claro que meditaba con ella todo en su corazón.
En las pinturas e imágenes se le ve con una flor, otras veces con un bastón que florece, ¿es lo mismo?
–P. Tarcisio: No, el bastón es la rama floreciente de almendro que hizo brotar Dios para elegir al sumo sacerdote Aarón, como el custodio del Tabernáculo en Num. 17,16. Ahora, es José a quien Dios ha elegido directamente como ‘Custodio’ de un tabernáculo más precioso que es Jesús. Vemos que el almendro en hebreo significa ‘vigilante’ y es la primera flor que aparece en primavera y avisa que ha llegado la estación. ¡Por eso, es san José quien nos avisa que la encarnación ha llegado! Si vemos los cuadros hasta fines del siglo XIX siempre era así, pero los pintores no entendieron bien y han introducido el lirio o azucena que significa la pureza, pero olvidando que lo más importante es la elección.
¿Tenemos solo los evangelios de la infancia o también los padres de la Iglesia escribieron de san José?
–P. Tarcisio: Los padres de la Iglesia, hasta san Bernardo, hablan con gran respeto de san José. Tengamos en cuenta que ellos no tenían los manuales de teología de hoy, sino solamente el evangelio, y principalmente Mateo que se leía en la Iglesia. ¿Y qué se leía? Era la genealogía de Jesús, y ninguno podía escapar de ella. Por eso todos la describían con una teología bellísima, como un elemento esencial en la encarnación. Luego con los siglos han influido mucho los apócrifos con sus leyendas y fantasías, que lamentablemente funcionan; por ejemplo aquí en Europa, se le presenta a un costado, anciano, más dormido que en una parte activa.
Y la devoción a la buena muerte, ¿de dónde viene?
–P. Tarcisio: Esto surge porque le interesa a la gente morir bien. Si él murió en medio de Jesús y María, ¿qué mejor que morir así, no? Es una devoción, no es teología, pero esta devoción debe llevarnos hasta la misma fuente.
La fe de san José fue fundamental, pero se cree que tuvo dudas, especialmente de María…
–P. Tarcisio: No, por el contrario, él era el patriarca por excelencia, el esplendor de los patriarcas, más que Abraham que era el padre de la fe. Crisis no tenía, dificultad sí, porque se situaba ante el misterio, ante algo tan grande para él y se preguntaba ¿qué hago yo aquí? Si Dios la ha escogido a ella, ¿tengo derecho a tenerla? O si era el hijo de Dios, ¿tengo derecho a decir que es mi hijo? ¿No estaría engañando a todos? Ante la pregunta de lo que debía hacer piensa en irse, pero Dios le dice en sueños que debe quedarse y ser padre del niño, el esposo de María –sin tocarla–, y darle el nombre de Jesús y reconocerlo, que era importante porque solo el padre podía hacerlo. De este modo también Jesús sería de la descendencia de David gracias a su padre, no a su madre. Y no se debe pensar que se sentía traicionado por María…
Entonces, ¿también es un modelo de fe?
–P. Tarcisio: Si, porque aceptó e hizo la voluntad de Dios. Vivió lo que se llama una peregrinación de la fe, un camino que en la medida que se conoce lo que Dios quiere, se hace. No solo es creer en la verdad, sino cumplir con ella a través de la fe.
Se dice que se estaría estudiando la fórmula para darle un grado más elevado, quizás a nivel de un dogma…
–P. Tarcisio: Se dicen muchas cosas, pero basta conocer bien la teología del matrimonio para entender el nivel de José al lado de María como
su esposo…
De todo lo que ha leido y descubierto, ¿que es lo que describe mejor a san José? –P. Tarcisio: He descubierto la participación que él tuvo en el plano de la salvación, y que es un personaje clave de la encarnación. Sin él, no podía darse la encarnación ni de la redención, que están muy unidos.
En la parroquia de san José en Aurelia, que ustedes han construido aquí en Roma, hay un tapiz que le regaló el papa Pablo VI, ¿no?
–P. Tarcisio: Si, lo hicieron para un aniversario de la proclamación de san José como patrono de la Iglesia universal declarado por Pío IX, pero no se expuso en san Pedro. Como supe que estaba guardado, un día en que Pablo VI me preguntó qué podía darme por el trabajo que había hecho en la comisión de la Nueva Vulgata, le pedí el tapiz y me lo regaló. Ahora se le da culto en nuestra Iglesia y en esta hermosa obra podemos ver a José mirando hacia arriba, porque a él se le debe presentar como contemplativo (de Jesús), con dos ángeles al lado: uno que le muestra el decreto que lo nombra y otro que le presenta una iglesia para su protección.
Podemos estar seguros que su obra continuará, porque lo acompaña el padre Alberto desde hace algunos años… Le preguntamos ahora a él ¿por qué san José Marello elige a san José como patrono de la congregación?
–P. Alberto: Era el clima del siglo XIX, en que una infinidad de congregaciones se desarrollaron bajo su patrocinio por la declaración de Patrono Universal. Y el fundador vio en san José el camino para servir a la iglesia, como modelo de unión con Jesús y de servicio a la iglesia.
¿Y qué le aconsejó a sus hijos sobre esta figura?
–P. Alberto: Lo propuso siempre y en varias circunstancias. Por ejemplo, en el campo educativo nos decía que le pidamos a san José que nos cuide y que cuide a nuestros alumnos. Y a los religiosos nos decía que hagamos nuestro ministerio como él, en unión intima con Jesús, sirviendo y realizando la voluntad de Dios. Que sea nuestro modelo y protector y que recurramos siempre a san José.
Usted viene ayudando al padre Tarcisio, ¿qué cosa nueva ha encontrado en este trabajo?
–P. Alberto: De la importancia de san José no he dudado nunca. Pero de este trabajo al lado del padre Tarcisio obtengo una profundización; es como una ventana que se abre y veo como se abre cada más. Por ejemplo, este aspecto teológico de san José… porque nosotros en la congregación le hemos rezado siempre, pero es diferente cuando se descubre el fundamento, que no es solo algo personal o sentimental, sino que está relacionado con la raíz de la fe. Como sacerdote es algo nuevo que me fortifica en la fe y la confianza.
Padre Tarcisio… ¿cuál es la basílica más grande del mundo dedicada a san José y cuántas congregaciones llevan su nombre?
–P. Tarcisio: Una muy grande es la basílica menor en honor a san José en Montreal, Canadá, fundada en 1904 gracias al veneradísimo santo, el hermano Andrés Besset de la congregación de la Santa Cruz. Estos y otros datos innumerables los pueden encontrar en nuestro sitio web que siempre lo actualizamos: movimentogiuseppino.wordpress.com.
Y a usted, ¿san José le ha hecho algún milagro?
–P. Tarcisio: Su amistad. Es lo que me más me sirve porque me tiene bajo su protección y ese es el milagro más hermoso. Le rezo porque es mi director, es el que manda y yo hago las cosas. El trabajo me lo manda él, por ejemplo a usted que es de ZENIT no lo he buscado yo, me lo ha mandado él…