Los 'crímenes de odio' y el silencio de los cristianos

El diagnóstico del experto Ferenc Janka en la Asamblea de los obispos europeos

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Por Anita Bourdin

ROMA, sábado, 29 de septiembre de 2012 (ZENIT.org) – Lo que es asombroso, no es que los «crímenes de odio» se refieran a los cristianos, lo que es sorprendente es «el silencio» que rodea a estos hechos: esta observación de un abogado judío llamó la atención del padre Janka.

El padre Ferenc Janka, sacerdote católico húngaro, es el referente de la Santa Sede para los «crímenes de odio» en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Encontró a la prensa este sábado por la mañana, 29 de septiembre, en el marco de la asamblea plenaria del Consejo de las conferencias episcopales de Europa (CCEE) que ha tenido lugar en Suiza, en Saint-Gall (27-30 de septiembre). 

Recordó que la OSCE reúne a 56 Estados, lo que representa más de un millón de personas, y un radio de acción en tres campos: la seguridad, las cuestiones politico-militares, y las cuestiones de entorno, económicas, y de seguridad humana. Es la mayor organización regional por la paz y la democracia. 

La Santa Sede, como miembro de pleno derecho de la OSCE tiene, un papel importante: la asamblea toma sus decisiones por unanimidad, bajo la batuta del jefe de la diplomacia vaticana, monseñor Dominique Mamberti.
 
El padre Janka es el encargado de las cuestiones concernientes a los «crímenes de odio»: homicidio, violencia contra las personas, daños a las propiedades, a los lugares de culto, vandalismo, profanaciones, insultos, amenazas, incitación al odio, etc. 
 
Una radiografía anual
 

Insiste en la importancia del informe anual que recoge los hechos, los interroga a los Estados: este trabajo no es el de una «organización no gubernamental» (ONG), sino más bien el de una «organización gubernamental», con una «competencia política seria» que examina cómo pueden ser aplicados los derechos humanos.

Pero entonces, ¿por qué la presencia de la Iglesia? Algunos, observa el P. Janka, estiman que es mejor «callarse». Sin embargo, responde muy claramente que «el que se calla es solidario con los agresores, sin embargo lo que hace falta, es ser solidario con las víctimas, tomar posición por ellas». Es la primera razón de la participación de la Santa Sede. 

Y por otra parte, subraya la necesidad de hacer un trabajo «objetivo» que recoge los casos probados. Es la segunda razón de la presencia de la Santa Sede.

Por último, la Santa Sede participa en el tercer aspecto de este trabajo que es la «sensibilización de la opinión pública». En efecto, «la inmensa mayoría de las personas no están de acuerdo» con estas violencias, sin embargo» se callan «cuando en realidad tienen necesidad de ser informadas”.
 
Por último la finalidad de la Iglesia es favorecer la «prevención», resume el padre Janka. 
 
En efecto, la visión de la Iglesia y de los cristianos es resueltamente positivo, dice: el “no“ a la violencia» está encuadrado» por «un mayor » sí » al respeto recíproco, a la solidaridad, y al amor de Dios y del prójimo».
 
Los derechos de los creyentes y de los no creyentes 
 

Esto obliga a «no» «callarse», subraya: » los cristianos tienen el deber de promover una sociedad más justa y más pacífica «. 
 
Cita un pasaje poco conocido del juicio de la Corte europea de los derechos humanos que conciernen a la presencia de los crucifijos en las aulas de las escuelas públicas en Italia: el asunto «Lautsi». 

El padre Janka ha hecho observar un pasaje importante de las motivaciones de la sentencia, a saber en sustancia: «los derechos de no creyentes no valen más que los derechos de los creyentes». Subraya que «este principio es muy importante», que debe «ser aplicado" y para esto, debemos «tenerlo más presente».
 
Aunque Europa no es competencia en este dominio y aunque los Estados son soberanos, el padre Janka comprueba sin embargo que de cuando en cuando, las opiniones minoritarias parecen «dictatoriales», en el sentido donde Benedicto XVI habla de la «dictadura del relativismo o de una cierta opinión que no busca solamente expresarse libremente sino que querría “impedir que los otros tuvieran una opinión diferente en relación a la moral».

«Como ciudadano europeo, protesta el representante de la Santa Sede, quiero que mi opinión sea respetada. En un Estado de derecho, es una evidencia «.

Lo que es sorprendente, es el silencio
 
Se impone una pregunta: ¿la situación se agrava? ¿Qué evolución comprobamos? El padre Janka responde que » cuanto más observaciones tenemos, mejor vemos la realidad” , en particular en cuanto a la libertad religiosa en el espacio público y la libertad de opinión. Pero habrá que esperar para tener los resultados comparativos y ver la evolución de la observación.
 
Pero en Francia y en Escocia, por ejemplo comprobamos que “los crímenes de odio » son dirigidos en su mayoría contra los cristianos. Ahora bien José Weiler, abogado que defendió el crucifijo, judío creyente, hizo observar, recuerda el P. Janka que » no es asombroso que sucedan semejantes cosas” lo que es sorprendente es que » nadie diga nada «. 

En casos de antisemitismo, de islamofobia, con razón, dice el representando de la Santa Sede, los creyentes toman la palabra, pero los cristianos » todavía deben aprender de este coraje y defender sus derechos «.

Recomienda una » colaboración » de cara a evitar la » resignación » y de dar » señales positivas de respuesta frente al desprecio «.
 
La presencia del Islam en Europa 

Cita el punto de vista de monseñor Youssef Souief, arzobispo de Chipre de los Maronitas: según él la presencia del islam en Europa «tiene su sitio en el plan de Dios». Para los musulmanes, explica en sustancia, la oración y su sensibilidad religiosa son muy importantes. Los medios con los cuales avanzan no son los de los cristianos sino que hacen pensar en los «límites de la expresión libre».

Hay a veces un conflicto de derechos: el derecho a la libre expresión – en los casos de las caricaturas o de la película – y el derecho al respeto de la persona humana. 

Ahora bien, hace observar que «la libertad individual y la solidaridad» pueden ir juntos, sin provocar una crisis de la democracia: «un individuo puede ser conducido a hacer sacrificios con vistas al bien común».
 
Y más aún «la libertad religiosa, que toca el respeto de la otra, se inscribe en una cuestión más general: ¿cuál es la relación del individuo en la sociedad, al bien común?» 

Para el representante de la Santa Sede, la cuestión de las caricaturas es «sintomática»: «la paz es más importante que el ‘juego’ de un periodista o de un artista, que la libertad del arte y de expresión».

Traducido del francés por Raquel Anillo

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ZENIT Staff

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