Por Salvatore Cernuzio

ROMA, lunes 1 octubre 2012 (ZENIT.org).- Cuando faltan pocos días para una nueva sesión del “Atrio de los Gentiles” en Asís, Italia, ZENIT conversó con el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura. Como se sabe, esta edición, que se realizará  los días 5 y 6 de octubre, tendrá como título "Dios, ese desconocido. Diálogo entre creyentes y no creyentes" y contará con la presencia del presidente italiano, Giorgio Napolitano.

El Atrio de los Gentiles ha sido un evento de preevangelización que ha creado un terreno fértil para el próximo Sínodo de los Obispos, dedicado precisamente a la nueva evangelización. ¿Qué es lo que usted espera de la próxima sesión de octubre en Asís?

--Cardenal Ravasi: Aparte del hecho de que el mismo Sínodo cita el Atrio de los Gentiles en el Instrumentum Laboris, lo que nosotros esperamos es que la presentación de la fe se desarrolle de tal forma, que sea lo más comprensible posible, no solo para creyentes, sino también para el horizonte cultural en general. Es decir, que no sea solamente auto-referencial o vinculada a fórmulas que, aunque valiosas, son obsoletas. Aquí está la importancia de la comunicación de la fe, que es aquello que, en cierto sentido, nosotros también hacemos, pero sin querer evangelizar.

¿Cuál podría ser una fórmula efectiva para ganar en ese mar de la indiferencia, que según lo dicho por usted, es la actitud más peligrosa en el mundo de hoy?

--Cardenal Ravasi: Creo que para superar la "niebla" de la superficialidad, de la banalidad, de la indiferencia en general, hay dos caminos. Una de ellas es la adoptada por algunas Iglesias estadounidenses, sobre todo protestantes, que proponen lo esencial, lo mínimo indispensable, comprometiéndose especialmente en el lado de la caridad, del voluntariado y del compromiso social. Este es sin duda un componente importante, pero en mi opinión es insuficiente, porque la Iglesia no es una "agencia de caridad".

¿Y la otra?

--Cardenal Ravasi: La otra forma, sin embargo, es la de las verdades últimas, es decirel coraje de echar sobre el tapete, en un lenguaje comprensible, los temas de la vida, de la muerte, del bien, del mal, de la justicia, del sufrimiento, del amor. Todas aquellas preguntas, por decir, que están en todas las personas, y que afloran cuando se atraviesa por un sufrimiento, como por ejemplo, un familiar que muere de cáncer o incluso cuando uno se enamora; o si se está en contacto con la belleza y así sucesivamente. Estas preguntas deben ser propuestas de nuevo con un lenguaje incisivo y culturalmente eficaz: es la única manera para hacer encontrar a la humanidad una respuesta. Solo así la superficialidad experimentaría una sacudida como un “electrochoque”.

En el encuentro de Asís habrá un diálogo entre el presidente Giorgio Napolitano y usted. ¿Qué representa la figura de un presidente de la República en el diálogo entre creyentes y no creyentes?

--Cardenal Ravasi: Representa dos componentes fundamentales: por un lado, encarna la figura de Italia en todas sus dimensiones y de un país con gran tradición cristiana. Es la voz de un país que tiene siempre a la vista la tradición cultural, la temática religiosa. No se puede entrar en una pinacoteca o en una ciudad sin darse de bruces con las catedrales, los monumentos, las pinturas que evocan lo sagrado. Por otro lado, el presidente Napolitano es una gran personalidad que ha propuesto de nuevo los valores, incluso en medio de la degradación cultural, social y política. Insiste con frecuencia, especialmente entre los jóvenes, sobre el tema de los grandes valores. Allí es donde se crea una sintonía: cuando ambos empezamos a interrogarnos sobre las cuestiones claves para la sociedad misma.

En días pasados, el ministro de educación italiano, Francesco Profumo, habló de una revisión de temas como la religión y la geografía, teniendo en cuenta la ya fuerte presencia en las escuelas de estudiantes de diferentes culturas y religiones . ¿Cuál es su opinión con respecto a este tema?

--Cardenal Ravasi: Creo que es importante renovar, en primer lugar, el método de la enseñanza. Pensemos hoy en día cómo se lleva a cabo la comunicación, ya no con el papel escrito o el lápiz como en mi infancia, sino con la tecnología y otras formas distintas. Incluso en el contenido ¡se necesita una renovación! Hay componentes que son fundamentales y que no pueden ser ignoradas, no solo para la religión, sino también para la ciencia.

Al mismo tiempo, hay nuevas preguntas: pensemos en los problemas de la bioética, un término que hace 50 años ni siquiera existía. Creo, por lo tanto, que la enseñanza de la religión, en la forma correcta, sobre la base del Evangelio y de las grandes enseñanzas cristianas que siempre se transmiten, deben enganchar con el cambio de la sociedad y la evolución de los nuevos tiempos y de la cultura.

En la perspectiva de una transmisión innovadora y, al mismo tiempo, esencial de la cultura, ¿cómo se integra un evento enteramente dedicado a Dante, como el que usted anunció para el 12 de noviembre en la iglesia del Gesù de Roma?

Card. Ravasi: Todo está en línea con lo que decía. La herencia que tenemos tan alta y gloriosa que no puede ser considerada una cosa del pasado, marginal o para tirar a la basura. Es una de las bases más fecundas en absoluto. Recordemos, sin embargo, que el método es fundamental, en el sentido de que un evento de tal profundidad cultural no debe ser presentado como una operación filológica, sino como un estímulo sobre el que construir más allá. La mejor expresión de esta idea son las palabras del filósofo Bernardo de Chartres: “Somos enanos sobre las espaldas de gigantes, pero justo por ello alcanzamos a ver más lejos”.

(Trad.: JAVV)