“Gracias por vuestra amistad y vuestro afecto”, dijo Benedicto XVI, poco después de las cinco y media de la tarde, desde el balcón de Castel Gandolfo. Tras los calurosos aplausos prosiguió: “Como ustedes saben este día mío es diverso, desde las 20 horas no soy ya pontífice de la Iglesia católica y paso a ser simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra”.

Fueron palabras dichas hacia la multitud, sin ningún tipo de anotación, que claramente provenían del fondo de su corazón y suscitaron fuertes aplausos.

“Querría todavía, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, y mi reflexión, con toda mi fuerza interior, trabajar por el bien común, de la Iglesia y de la humanidad” dijo. Y añadió: “Me siento muy apoyado por vuestra simpatía”.

Y el aún papa concluyó: “Vamos adelante juntos con el Señor por el bien de la Iglesia y del mundo. Les imparto con todo mi corazón mi bendición...".

Las luces de Castel Gandolfo ya iniciaban a encenderse en una tarde que fue soleada pero fría, y curiosamente después que el papa se fue, la gente demoró bastante en desocupar la misma, como si le costara hacerse a la idea de que no van a verlo más. 

Poco antes, dentro de la residencia pontificia lo recibió el cardenal Giuseppe Bertello, presidente del Gobierno del Vaticano, el arzobispo Giuseppe Sciacca, secretario del mismo ente; y el obispo de Albano, la diócesis local, Marcello Semeraro.

Una hora antes a las 16,45 locales, el santo padre dejó el Palacio Apostólico y bajó al patio de San Damián, donde le esperaba el cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Un piquete en uniforme de honor de la Guardia Suiza, además de numeroso público, mayoritariamente religiosos y laicos que trabajan en la Secretaria de Estado.

En el helipuerto el último saludo lo hizo el cardenal decano, Angelo Sodano, y después el papa junto al secretario Georg Gänswein se embarcó en el helicóptero de la República de Italia, que le llevó a la residencia de verano de los papas.

Fue la última aparición pública de Benedicto XVI. A las 20 horas locales los guardias suizos cerrarán el portón mayor de la residencia. La Gendarmería del Vaticano tomará las funciones de vigilancia. Estaremos en sede vacante.