“Para los Obispos y para la mayoría de los malienses, el principal reto es la reconciliación de la nación”, dijo a la agencia vaticana Fides este 1 de febrero el padre Edmond Dembele, secretario general de la Conferencia Episcopal de Malí, quien señala que “durante su reciente reunión con el presidente ad interim, los obispos malienses pidieron a las autoridades que afronten lo antes posible el tema de la reconciliación nacional”.
Esto significa, --explica el padre Dembele- reconciliar primero a las diferentes comunidades que viven en el norte del país, tuareg, árabes, sonrai y otras. Son poblaciones que antes de la crisis vivían juntas y que durante la toma de posesión de los grupos yihadistas se han encontrado en bandos diferentes”. “Tenemos que restablecer la confianza mutua entre las distintas comunidades y lograr la reconciliación a través del perdón”, dijo el presbítero.
Las operaciones de las fuerzas francesas y malienses, en ese momento, estaban concentradas en la zona de Kidal, luego recuperada. Las fuerzas malienses, en ese momento, no habían entrado todavía en Kidal pero estaban negociando para poder entrar en la ciudad sin necesidad de uar la fuerza.
La ofensiva militar para liberar el norte de Malí, ha creado una nueva ola de desplazados internos en el sur, y de refugiados en los países vecinos. “Necesitamos alimentos, medicinas y refugio para ayudar a estas personas --dice el padre Dembele--. La Iglesia hace lo que puede. Cáritas se ha movilizado a nivel local y nacional y en las próximas semanas realizaremos dos colectas especiales en favor de los refugiados”, concluye el misionero.
Por otra parte, evocar la reconciliación cuando Malí no ha recobrado su integridad territorial, puede parecer prematuro. Enfrentado a una grave crisis abierta en enero de 2012, por el alzamiento armado de los tuareg independentistas del Movimiento Nacional de Liberación de l’Azawad (MNLA), el país está ocupado hoy en la reconquista, con la ayuda de Francia, de las grandes ciudades del norte del país. Y en este terreno queda todavía mucho por hacer.
Tras Gao y Tombuctú, la semana pasada, las fuerzas francesas entraron en Kidal. A esto se añade el despliegue de la Misma, la fuerza africana encargada de relevar al ejército francés para mantener y asegurar la zona saheliana. Este doble objetivo militar se acompaña de una urgencia política: poner fin al régimen de excepción que gobierna Malí organizando lo más rápidamente posible unas elecciones presidenciales democráticas.
La reconciliación es difícil que pueda arraigar en el corazón de los malienses. De Kati à Gao, de Diabali à Tombuctú, se recuerda que los miembros del MNLA, de Al-Qaeda en el Magreb islásmico (Aqmi) y de Ansar Dine, son en su mayoría "pieles blancas", es decir tuareg y árabes.
Los malienses de estas comunidades son sospechosos de complicidad y de colusión con los movimientos que impusieron un orden islámico durante largos meses. En febrero 2012, los "pieles blancas", instalados en Kati y Bamako sufrieron ataques de la gente durante manifestaciones a favor del ejército maliense. Estas agresiones empujaron a los tuareg y árabes del sur de Malí a buscar refugio en los países limítrofes.