El cardenal Ravasi comenzó su quinta meditación resumiendo las primeras. La Palabra creadora, el cosmos, la creación como Palabra de Dios y finalmente la presencia de la Palabra de Dios en el Templo y por tanto en la liturgia.
El hilo conductor fundamental a partir de ahora será fundamentalmente la existencia. Ha comenzado explicando que al salir del vientre de la madre, entramos dentro de otros dos vientres, por un lado está el espacio y por otro la historia, el tiempo. Los griegos supieron diferenciar con gran finura el concepto del tiempo: kronos, el tiempo medido por el reloj, y kairós, el tiempo vivido, el tiempo existencial. Un hora pasada con un ponente aburrido tiene el mismo kronos que una hora con la persona amada, pero un kairós muy diferente.
Citando a Gandhi, el cardenal ha afirmado que «la oración es la llave de la mañana y es el cerrojo de la noche», para decir precisamente que la oración en su interior debe girar en torno a toda la trama de la existencia.
Dios entra en la historia –ha continuado el purpurado- y ahí se revela, como lugar privilegiado, no exclusivo, pero privilegiado. Y a continuación se ha referido a dos textos bíblicos generales y un salmo para hacer una de las muchas posibles aplicaciones espirituales.
El primer texto ha sido el credo histórico de Israel: «tú que nos has hecho salir de la esclavitud de Egipto». Ha explicado que la profesión de fe es un acto, un evento histórico. El texto al que se refiere en concreto está en el Deuteronomio 26, 5-9. «Mi padre fue un arameo errante y descendió a Egipto, allí llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Y los egipcios nos maltrataron y nos afligieron y el Señor nos sacó de Egipto y nos ha traído a este lugar y nos ha dado esta tierra». Esta profesión de fe, ha explicado, no recuerda y nos invita a buscar a Dios en lo cotidiano, por las vías de la historia.
El segundo texto al que ha hecho referencia ha sido la profecía de Natán del libro de Samuel. Natán y David están de acuerdo en construir el Templo. Pero el profeta, iluminado por la Palabra de Dios, cambia de pensamiento y dice a David «no, tú no me construirás una casa, seré yo –dice el Señor- quien te construiré a ti una casa». Y casa no indica solamente el edificio material, alude también a las personas.
Por eso, ha resumido el cardenal, estos dos textos son en cierto sentido casi como una declaración de principios, por lo que la historia es y debe ser siempre el lugar amado por nosotros para encontrar a nuestro Señor, nuestro Dios.
A continuación ha hecho referencia al salmo 136, el gran hallèl. Un salmo que es la reedición poético narrativa del credo histórico de Israel. Con la lectura en profundidad de este salmo ha hecho la siguiente reflexión: «Después de haber oído que Dios llama, recorre el tiempo, los caminos del mundo y los rincones de nuestros caminos, nos espera en la encrucijada de la historia. Y por eso nuestra religión es una religión de los actos concretos, es la religión de la satisfacción porque allí Dios pasa, sus pasos continúan a sentirse dentro de la historia del mundo».
La aplicación que el cardenal Ravasi ha querido hacer a la lectura de estos fragmentos bíblicos lo ha dirigido hacia la virtud de la esperanza. «Nuestra relación con Él es una relación de confianza, de diálogo, de contacto. Por tanto, la esperanza de la convicción de que la historia no es una nomenclatura de eventos sin sentido», y ha afirmado que «hay un diseño, y éste es la fuente de esperanza».