La madre Adela Galindo, fundadora de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, escribía este 13 de febrero una reflexión para los miembros de su congregación, y laicos que siguen esta espiritualidad, de la que extraemos gran parte.

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Nos ha costado asimilar este anuncio, y por ello, creo que la actitud mas responsable y mas mariana, era la de orar y guardar silencio para "guardar, atesorar y ponderar" las palabras y la opción que Nuestro Santo Padre ha tomado, y de percibir en el silencio de la oración, el significado mas profundo de este momento y este evento. Desde el momento del anuncio esparcido por todo el mundo, muchos me han preguntado que tengo que decir sobre ello. Y a todos respondí, antes que decir algo, necesitamos guardar silencio y escuchar. El Santo Padre ha hablado, escuchemos sus palabras, su decisión y sus razones…

Al escucharle, no hay mucho mas que decir. El Santo Padre ha dicho todo lo que debíamos saber para entender que su decisión ha sido un proceso largo y doloroso hasta llegar a la certeza que ya no podía ejercer su misión con la capacidad necesaria para llevarla a cabo con lo que él ha discernido es necesario, urgentemente necesario para la Iglesia de hoy. De lo que él ya nos dijo, no tenemos mas que decir… analizar su decisión es innecesario, comparar su decisión a otros, es también innecesario pues a cada Sumo Pontífice le corresponde discernir según los retos de su momento histórico. Esta decisión del Santo Padre es histórica, como son nuestros tiempos… Mi reflexión mas que de sus palabras, ha estado centrada en lo que Jesús, Sumo Pastor de la Iglesia, quisiera enseñarnos… quisiera El decirnos ante la dimisión del Santo Padre. Para mi corazón, hay tres dimensiones, o tres enseñanzas, que pudiesen ser un fruto permanente de este momento singular, delicado y a la vez, necesario en el plan de Dios… aquel que hace que todo trabaje para el bien.

La gratitud a la persona de SS Benedicto XVI: Hace 8 años, con 78 años de edad, el Santo Padre tomó en sus manos la ardua tarea de ser el pastor universal de la Iglesia. Tomar en sus manos, una Iglesia que era fruto de 27 años de Pontificado de su amado predecesor. Decir "si" a ese llamado de Cristo, en ese momento cuando el Cardenal Ratzinger, quien ya era mayor, posiblemente esperaba dedicarse a la oración, al recogimiento y a escribir… tuvo que haber sido difícil… pero su amor a la Iglesia y su fidelidad al B. Juan Pablo II, fueron la fuerza para tomar la silla de Pedro, que estaba vacante ante la muerte de su amado predecesor. Su ¨si" fue un acto supremo de amor a Cristo, a la Iglesia y a Juan Pablo. El estaba consciente, como nos dijo en su homilía el 20 de Abril del 2005, que la Iglesia que Juan Pablo II dejaba, “una Iglesia más valiente, más libre, más joven"…

Con ese espíritu de altísima humildad, serena confianza, profunda mansedumbre y gran pobreza de espíritu, este luminoso Papa emprendió el camino de llevar sobre sus hombros la grey en un período de gran crisis de fe, en la que su aguda inteligencia debía plasmar en el corazón de todos, la identidad mas hermosa de Dios, Dios es amor; dirigir nuestra mirada a la verdadera esperanza; enseñarnos a vivir la verdad, sin renunciarla jamás y a hacerla brillar por el potente esplendor del amor. (...)

Que el corto pero luminoso pontificado de Nuestro Santo Padre Benedicto XVI ilumine el sendero de la Iglesia por los desiertos del mundo llevándonos con la certeza de la fe hacia la realización de los designios de Dios en nuestro momento histórico. Que cooperemos en la edificación de la Iglesia y con su misión, siendo testigos ardientes del Esplendor de la Fe. Es hora de amar a la Iglesia… de amarla con abnegación, generosidad, con humildad y con firmeza.

La gratitud y responsabilidad ante el don de su Pontificado: El Pontificado de SS Benedicto XVI ha sido corto, pero sumamente fecundo. Pienso en su retiro… pienso en que en unas cortas semanas ya no leeremos sus palabras, ni escucharemos sus luminosas, tan luminosas audiencias, homilías y mensajes… Pienso que quizás no lleguemos a leer su tan esperada encíclica sobre la Fe… y mi corazón se llena de lágrimas. Cuanta luz en su Magisterio… y nos queda poco tiempo para seguir sentados en la escuela de su corazón petrino. ¡Cuánto debemos valorar los dones cuando los tenemos! Creo que el Señor nos dice ante la realidad del momento que vivimos, que hay que ser serios y responsables ante los dones que El nos da… la luz y sencillez del Magisterio de Benedicto XVI que quizás muchos no leyeron, no tomaron el tiempo para ponderar, escudriñar… Cuantas oraciones y sacrificios que no se han hecho para sostenerlo con la heroica fuerza que él necesitaba para llevar la barca de Pedro en momentos tan duros… cuanto… cuánto… cuánto… ante la renuncia de nuestro Papa, solo deseo preguntarme y preguntarnos, en qué forma todos sus hijos espirituales podríamos haberle ayudado, apoyado, sostenido… Cuántas batallas ha librado en sus 8 años de Pontificado… cuántos esfuerzos, cuántos sacrificios…. Y quizás, es un momento que nosotros los católicos, tomemos conciencia de nuestra responsabilidad ante el don del Papado, de un hombre sucesor de Pedro que lleva sobre sus hombros el peso de toda la Iglesia… que sufre en carne propia los pecados, las faltas, incoherencias, indiferencias de los miembros de la Iglesia, y que también, lleva en su corazón y su cuerpo todo lo que azota, golpea, debilita, ensucia, hiere el rostro de la Iglesia. Hoy el Señor, nos ha querido llamar la atención, a que el Papa, el sucesor de Pedro, necesita de sus hijos… de nuestras oraciones, de nuestra fidelidad, de nuestra santidad… de nuestra auténtica vida de fe y coherente vida cristiana y católica. Sus cortos 8 años en el Pontificado han sido tan fecundos y debemos de dar gracias, gracias, por todo….

La contemplación de su heroica humildad y su abnegación: La opción que SS Benedicto XVI ha hecho es una lección para todo pastor y líder en cualquier nivel de la vida de la Iglesia, su liderazgo está al servicio de la Iglesia… por su bien… y en conciencia él discernió que el mayor bien de la Iglesia era ceder su espacio, ceder la sede de Pedro a otro que pudiese sostenerla, defenderla, cuidarla y guiarla con mas fuerza en estos momentos de gran necesidad de la Nueva Evangelización y de grandes amenazas para la fe… SS Benedicto consideró en oración y en "realismo cristiano" (un tema característico de él) que en la necesidad actual de la Iglesia, ceder su lugar es la forma mas concreta y mas visible de amar a la Iglesia; disminuir para que otro con mas fuerza, mas vigor, pueda llevar la barca de Pedro a través de estos nuevos océanos y areópagos que hay que conquistar, y a la vez, que con mas fuerza la proteja de los embates de las olas… es un gran signo de amor. El verdadero pastor da la vida por las ovejas, el verdadero pastor sabe reconocer lo que las ovejas necesitan en el momento actual y se niegan a si mismos, para el bien de ellas. ¡Que misterio es el amor! Su amor a la Iglesia de hoy… con las batallas de hoy, con las amenazas de hoy… fueron guía para la certeza de su conciencia al hacer esta decisión. El llegar a la conclusión: "en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado."… es signo de un proceso serio y amoroso de "reconocimiento" de que además de su sufrimiento y oración, su enseñanza y su presencia, la Iglesia hoy necesita algo que él ya no tenía las fuerzas para hacer…. Algo que ya debe hacer otro, mas fuerte que él, que lo pueda llevar a cabo…. Aquí no puedo dejar de pensar e n la disposición de corazón de San Juan Bautista… vendrá otro…(Mc 1,7)….. O quizás, las palabras de Jesús…. "Os conviene que yo me vaya" (Jn 16,7) … todo es un misterio al que debemos simplemente inclinar la cabeza y el corazón con gran humildad y discernimiento espiritual. El anuncio de la renuncia de SS Benedicto XVI al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, nos llega uno días antes del inicio de la Cuaresma dentro del marco del año de la Fe… que misterio que en este año de la Fe, la Cuaresma esté llena de un sentido de tristeza por la dimisión del actual sucesor de Pedro… y la elección de nuestro próximo Santo Padre, el próximo sucesor de Pedro que deberá llevar a la Iglesia por los caminos del redescubrimiento de la Fe…. Y guiarla a través de los fuertes vientos que la amenazan… Que misterio que la Cuaresma del Año de la Fe está tan radicalmente unida al carisma petrino… "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré Mi Iglesia"(Mt 16, 18)….…. Sobre la piedra de Pedro…. Se confirma la fe de la Iglesia.

Que la luz de la FE brille en el horizonte de nuestro mundo contemporáneo, que haya un potente y cierto triunfo de la Fe en muchos corazones. Oremos y ayunemos, ofrezcamos Horas Santas, en esta Cuaresma, las mas posibles, para que la luz del Espíritu ilumine al Colegio Cardenalicio y que puedan distinguir con claridad quién "es ese" corazón de Pastor, que con vigor y con fidelidad a Cristo y a la Iglesia, debe ocupar la sede que el Papa Benedicto XVI dejará vacante para que él pueda ocuparla. (...)

«¿Quién es este que ordena incluso al viento y a las olas, y le obedecen?». De este Evangelio fluyó toda una gracia que conmovió profundamente nuestros corazones. Jesús Eucarístico se levantaba en medio de esta multitud, cada uno experimentando sus barcas azotadas por tantos y fuertes vientos, y El mismo nos decía: No tengan miedo... Soy yo... tengan fe... al momento preciso me levanto y ordeno a los vientos y a las olas que se calmen. Jesús no está dormido... no está atrasado ante nuestras dificultades... Jesús no es indiferente ante las situaciones que parecen hundirnos.... Jesús se levanta en su presencia real en la Eucaristía y nos dice: ¡No tengan miedo!