El sábado 4 de mayo en la pequeña ciudad de Baependi, en el estado de Minas Gerais, la Iglesia católica celebró la primera beatificación de un afrobrasileña, Nhá Chica, hija de esclavos, también llamada “madre de los pobres”.
A la ceremonia asistieron además de las autoridades locales y del episcopado brasileño, unos 50.000 fieles, según informó la Alcaldía de Baependi.
La ceremonia de beatificación estuvo presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
El cardenal Amato leyó un mensaje del papa Francisco que en nombre de su autoridad apostólica, declaró que la venerable sierva sea llamada de ahora en adelante «beata y su fiesta sea celebrada en los lugares y de la manera establecida por el derecho todos los días 14 de junio».
El pontífice latinoamericano recordó que Nhá Chica era «laica, virgen, una mujer de asidua oración y perspicaz testigo de la misericordia de Cristo con los necesitados del cuerpo y del espíritu».
“Una conquista que no se alcanza por poseer títulos ni simplemente conocimientos técnicos, menos aún por pertenecer a alguna clase política o social”, indicó en entrevista a ZENIT el arzobispo metropolitano de Belo Horizonte, Walmor Oliveira de Azevedo.
Y añadió que “Esta fiesta enriquece y perpetua el tesoro de nuestra fe católica, invitando a cada uno a inspirarse en este ejercicio de fe”.
La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) recordó a Francisca de Paula de Jesús (1808-1895), llamada Nhá Chica, como “hija y nieta de esclavos, analfabeta, huérfana desde la infancia, vivió en la pobreza y la sencillez… dedicando su vida a servir a las personas, sobre todo en la noble tarea de escuchar y aconsejar”.
En la nota firmada por el presidente de la CNBB, cardenal Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida, y por el vicepresidente monseñor José Belisário da Silva, arzobispo de São Luis, se indica que “el reconocimiento de la santidad de Nhá Chica por parte de la Iglesia a poco más de cien años de su muerte confirma la esperanza de poner de relieve el ejemplo de su vida de fidelidad a Cristo y a su Evangelio”.
En Roma, el domingo, el papa Francisco afirmó que Nhá Chica fue una «perspicaz testigo» de la misericordia de Cristo.