PREDICACIÓN DE EJERCICIOS ESPIRITUALES IGNACIANOS
Después de haber explicado lo que es un retiro espiritual, de un día o medio día, hoy hablaré de cómo predicar los Ejercicios Espirituales, según la mente de san Ignacio de Loyola, a quien Dios le inspiró este método de oración y de transformación interior, en el siglo XVI, siglo de oro español, y que la Iglesia ha recomendado vivamente hasta hoy. San Ignacio consideraba los Ejercicios no como «obra suya» sino como un don de Dios para toda la Iglesia. Concibió y realizó estos Ejercicios no como doctrina especulativa, sino que los experimentó en un monasterio-cueva de Manresa, donde, durante casi un año hizo vida de asceta y penitente, y donde – como escribe en su Autobiografía – «le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño» (Autobiografía 27).
Primero digamos qué son los Ejercicios Espirituales y su finalidad. Son un método espiritual y práctico a la vez, para (1) escuchar a Dios y ordenar la vida según Dios, es decir, acomodar cada cosa en su lugar según la voluntad de Dios, que debe ser siempre la brújula de nuestra vida; (2) y así poder hacer una opción madura, libre, amorosa, después de un serio discernimiento en la presencia de Dios y con la ayuda del director espiritual, y finalmente (3) poder escoger lo que Dios quiere de cada uno de nosotros para que demos gloria a Dios y seamos felices aquí y en la otra vida. El Evangelio es la médula de los “Ejercicios”.
Segundo, hay dos modos de realizarlos. (1) Los llamados Ejercicios Espirituales en su propia casa siguiendo las tareas del propio estado. Se trata de una adaptación, que el mismo San Ignacio hizo, en su anotación 19, para que personas muy ocupadas pudieran hacer sus ejercicios sin abandonar sus actividades cotidianas: acuden en la tarde o en la noche a una iglesia o un salón donde un sacerdote o laico bien preparado les ofrece una meditación, y vuelven a su casa, y durante el día tratan de rumiar las ideas de los ejercicios, pero siguiendo sus tareas y trabajos; (2) el otro modo consiste en dedicar unos días -mínimo tres- en una casa de retiro en que uno pueda estar sin ocupaciones y con la tranquilidad suficiente para entrar en oración, escuchar a Dios, dialogar con Él y poder revisar la propia vida y cambiar lo que debe cambiar para que su vida corresponda al plan de Dios.
Tercero, en cuanto a la duración de los Ejercicios Espirituales qué decir. En el plan de san Ignacio deberían durar un mes, es decir, cuatro semanas. Cada semana tiene un objetivo concreto que podríamos resumir así en latín: en la primera semana “deformata reformare” (reformar lo deforme en nosotros, debido al pecado y los apegos que nos impiden cumplir la voluntad de Dios, atrasando nuestra santificación); en la segunda, “reformata conformare” (conformar lo reformado, es decir conformar nuestra vida con Cristo Ideal y Modelo); en la tercera “conformata confirmare” (confirmar o consolidar lo conformado; y esto lo logramos meditando en la Pasión y Muerte de Cristo, y dejando que su sangre bendita nos una a su cruz); y en la cuarta, “confirmata transformare” (transformar por medio del amor lo confirmado –decisiones de la voluntad-, gracias al poder de Cristo Resucitado y a la fuerza de su Espíritu, reflejando una vida luminosa, llena de fervor y celo ardiente por la gloria de Dios y de testimonio convencido ante los demás).
Cuarto, cómo vivirlos. Yo sugiero siempre cuatro actitudes, y para que se grabe mejor, son cuatro “S”. En Silencio. Con Serenidad. Con Sinceridad. Con Seriedad. En silencio, para poder escuchar con nitidez la voz de Dios y la voz de mi corazón; silencio interior y silencio exterior. Serenidad, para que el demonio no aproveche para quitarnos la paz, al meditar sobre nuestros pecados y apegos. Sinceridad, para llamar las cosas como son. Y seriedad, pues con Dios no se juega y de Dios nadie se burla. Dios no es un bonachón
En la próxima semana, continuaremos explicando este tipo de predicación sagrada, los Ejercicios Espirituales…
El padre Antonio Rivero LC es doctor y profesor de Teología y de Oratoria en el Seminario Mater Ecclesiae en São Paulo, Brasil.
El anterior artículo de esta serie, y las referencias de los precedentes, están en: http://www.zenit.org/es/articles/como-mejorar-la-predicacion-sagrada–4.