PREDICACIÓN DE EJERCICIOS ESPIRITUALES IGNACIANOS (2)
Continuemos explicando la predicación de los Ejercicios Espirituales ignacianos. En la columna anterior vimos lo que son y su finalidad, el modo de hacerlos y la duración, y cómo vivirlos.
Hoy damos unos pasos más. Veremos cuáles son los temas que el predicador sagrado debe tratar en los Ejercicios Espirituales, si queremos llamarlos Ejercicios ignacianos.
Primero, una anotación preliminar. Para obtener el resultado y finalidad deseados, San Ignacio usa sólo unas pocas palabras, pero estas son seleccionadas para producir una profunda impresión en la mente y, si son seriamente meditadas por el ejercitante y fomentadas en su alma, pronto llegarán a ser poderosos pensamientos y se convertirán en una fuente de gran iluminación espiritual y consecuentemente de sinceras y enérgicas resoluciones de la voluntad. Sin embargo, aunque el método de San Ignacio deja a los ejercitantes pensar por sí mismos, el autor no pretende que ellos deban usarlo sin guía. Él pone el “Libro de los Ejercicios” en las manos de un director –nuestro predicador-, y pone en sus manos al ejercitante, con el que debería reunirse al final del día para repasar juntos los afectos, las consolaciones y desolaciones del corazón del ejercitante. El le enseña como guiar un alma en la elección del estado de vida y en la tarea de auto reforma. Las anotaciones, que proveen la clave de los “Ejercicios”, están pensadas más especialmente para el director. La mayor parte de ellas – la segunda, sexta, séptima, octava, novena, décima, duodécima, decimotercera, decimocuarta, decimoquinta, decimoséptima, decimoctava, un total de doce sobre veinte – están escritas para “el que da los Exercicios”. La decimoquinta le aconseja proceder con gran discreción, para no interferir entre el Creador y la criatura, y a abstenerse, especialmente en caso de un retiro de elección, de cualquier sugerencia relativa a la determinación que debe tomarse, aún cuando fuera, hablando estrictamente, para lo mejor. Este consejo muestra cuán falsamente algunas críticas de los Ejercicios los representan como llevando indebida influencia para conducir la voluntad, con el objetivo de esclavizarla o paralizarla. Nada de eso. Al contario, el director, respeta la libertad del alma, una libertad ya regulada por la autoridad de la Iglesia, de la cual él es el representante.
Segundo, veamos los temas que deben meditarse durante las semanas o días de Ejercicios.
TEMAS DE LA PRIMERA SEMANA
En la primera semana –o en el primer día, si los Ejercicios son de tres días; o en los tres primeros días si son de ocho días- el predicador ofrece meditaciones mentales sobre el Principio y Fundamento de nuestra vida, o dicho de otro modo, el Plan de Dios para el hombre: de dónde venimos, a dónde vamos y para qué estamos en la tierra, y cuál fue la respuesta del hombre a ese plan de Dios. Siempre con textos bíblicos, lógicamente. En esa meditación mental se procura pensar con la mente en esa verdad; esa verdad se baja al corazón para sentirla y amarla, y después se invita a la voluntad para que acepte esa verdad en la libertad y amor con todas sus consecuencias. Las tres facultades del hombre puestas en marcha durante la meditación: mente, corazón y voluntad.
Esa verdad del Principio y Fundamento se resume así: Dios nos ha creado, por eso venimos de Él, y nos ha creado para Él, por eso vamos a Él, y estamos en la tierra para conocerlo, amarlo y servirlo con amor y libremente, para hacer su Santísima Voluntad donde Él quiere –como laico, como consagrado, como sacerdote-, ser felices y alcanzar la salvación eterna. Este es el plan de Dios para todo hombre.
Se medita también en esta semana en la respuesta del hombre, el pecado, es decir, la desobediencia a Dios para seguir su propio plan egoísta. El predicador meditará con el ejercitante en la realidad del pecado y sus consecuencias, y en lo que la tradición de la Iglesia ha llamado las verdades eternas o postrimerías: muerte, juicio, purgatorio, infierno y cielo. Termina esta semana contemplando la misericordia de Dios en Cristo Jesús que nos espera y nos quiere perdonar. Por eso al final de esta primera fase o semana, es muy aconsejable que el dirigido haga una buena confesión general, de toda la vida (si es la primera vez que hace Ejercicios), o del año. Sería síntoma de que los Ejercicios Espirituales están surtiendo efecto positivo y sanante en el alma del ejercitante.
Continuaremos…
El anterior artículo de esta serie, y las referencias de los precedentes, están en: http://www.zenit.org/es/articles/como-mejorar-nuestra-predicacion-sagrada–11