En comunión con el papa Francisco y el resto de la Iglesia universal, numerosas comunidades cristianas que sufren necesidad o persecución se unieron este domingo a la Adoración Eucarística en el marco de las celebraciones del Año de la Fe.
Por primera vez millones de católicos de todo el mundo se unieron en oración junto con el santo padre, y los cristianos de lugares tan distantes geográficamente de Roma como Mongolia, Papúa Nueva Guinea, Myanmar, Nigeria o Nicaragua también lo hicieron, a pesar de que en algunos sitios profesar la fe católica puede llegar a acarrear graves consecuencias.
Desde la capital de Mongolia, Ulan Bator, el párroco de la catedral de San Pedro y San Pablo ha asegurado que “este acontecimiento ha reforzado en los feligreses su pertenencia a Una, Santa y Católica Iglesia y ha hecho crecer sus ganas de cooperar por el bienestar espiritual de la humanidad”.
Testimonios así se han repetido también en Papúa Nueva Guinea. “A pesar de las altas horas de la madrugada, participaron en la celebración muchos más fieles de los que esperábamos. Es un signo evidente de su fe y amor por Cristo”, indicó el obispo de Mendi, monseñor Donald F. Lippert.