El responsable del dicasterio de la Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe, monseñor Rino Fisichella, realizó el viernes pasado la lección final de un curso de actualización sobre temas religiosos, destinado a periodistas de diversos medios de comunicación que trabajan en Roma.
El curso lo realiza cada año la Universidad de la Santa Cruz, una vez por semana durante unos cuatro meses, y la exposición de monseñor Fisichella fue sobre «Las claves de interpretación del pensamiento de Benedicto XVI».
Al concluir la misma, ZENIT le pidió al número uno del dicasterio de la nueva evangelización una profundización sobre una parte del tema tratado, que aquí presentamos a nuestros lectores.
Benedicto XVI ha tomado muy en serio y ha impulsado la nueva evagelización, si bien se habla de ella desde hace varios años
–Mons. Fisichella: Debemos respetar la expresión acuñada por Juan Pablo II, para hacer entender a la Iglesia la exigencia de un nuevo anuncio, que no es de los contenidos, pero en el lenguaje, en el modo de hacerlo. Pienso que nueva evangelización equivale a decir transmisión de la fe.
¿Cómo se plantea entonces el problema?
–Mons. Fisichella: El gran problema hoy es este: nos encontramos en un momento histórico en el que se interrumpió la transmisión de la fe. Porque en la familia la fe no es debidamente transmitida, Nosotros somos creyentes pero en nuestras comunidades no se transmite ya la identidad cristiana como la identidad de evangelizadores.
¿Cuáles son las causas de todo esto?
–Mons. Fisichella: Existen tantas causas, pero seguramente uno de los motivos es el no creer más que nuestra religión sea la verdadera. Si no hay ya una relación con la verdad por qué tengo que ir a donde está otra persona y decirle que esto es bello. Porque nos dirá: ‘Él es musulmán, aquel es budista, cada uno tiene una propia cultura’.
¿O sea el relativismo religioso?
–Mons. Fisichella: Benedicto XVI ha hablado del supermarket de las religiones, cada uno toma lo que le conviene. Entonces, ¿por qué yo debería decirle a otra persona: ‘mira que ser cristiano es la plenitud del fenómeno religioso’?
Porque no creemos más, ha decrecido la transmisión, la dimensión de la verdad; en la catequesis no se habla más del valor intrínseco de la fe. Motivo por el cual cada uno piensa tener fe prescindiendo de la Iglesia. Y por lo tanto esa dimensión individualista que la sociedad y la cultura hoy me da, la asumo también en el fenómeno del cristianismo, lo que significa la destrucción del cristianismo mismo. ¿Por qué? Porque el cristianismo es un fenómeno comunitario y no individual como tal.
¿Entonces qué hacemos?
–Mons. Fisichella: Mi primera preocupación es que se tome consciencia. Porque hoy nosotros estamos en el momento de la fragmentación, cultural y también religiosa. Uno ve que en nuestras comunidades de todo el mundo hay miles y miles de iniciativas, que no tienen un fundamento unitario. Entonces creo que es necesario dar consciencia, entender nosotros mismos y sobre todo hacer entender a los cristianos que tenemos necesidad de reencontrarnos con nosotros mismos, o sea redescubrir nuestra identidad y el sentido de pertenecer a una comunidad, a la Iglesia. Esto a mi juicio es fundamental.
Sí, de acuerdo, la pertenencia a la comunidad y a la Iglesia, ¿pero cómo hacer esto?
–Mons. Fisichella: Para ello debemos emplear nuestros normales y comunes canales. O sea, la nueva evangelización no se sitúa fuera de la pastoral ordinaria, se inserta en donde está la Iglesia, en donde está la comunidad cristiana. De hecho los primeros sujetos de la nueva evangelización son los cristianos que participan a la vida de la comunidad cristiana.
Y dentro de la pastoral ordinaria, ¿cuál es el punto central?
A ellos tengo que hacerles entender la exigencia de ser evangelizadores. Este sentido se perdió, desapareció.
¿Es suficiente entender que es necesario ser apostólico?
–Mons. Fisichella: No es suficiente, además tengo que hacer entender a las comunidades cristianas, a los obispos, a los sacerdotes, que no pueden invitar a la gente solamente a venir a la parroquia. Tengo que hacerles entender que la parroquia tiene que salir, afuera de si misma, tienen que volver a las plazas, no para estar en las plazas, sino porque allí se encuentra el hombre de hoy.
¿Salir, adónde?
–Mons. Fisichella: El año pasado fue a celebrar misa en las nuevas catedrales, que hoy son los centros comerciales. El domingo antes de Navidad fuimos con un grupito a un centro comercial. La gente nos miraba y alguno nos invitaba a bendecirle el local. Hoy pensar que los centros comerciales no sean las nuevas plazas, es vivir fuera de la cultura de hoy.
¿Cómo le vino la idea de los centros comerciales?
–Mons. Fisichella: Me acuerdo que me encontraba en algún lado, quizás Dubai, cuando llamé a un taxi y le dije: ‘quiero ir al centro’ (Down Town), y me llevó a un hermoso centro comercial. Y cuando le dije que era al centro que quería ir, me dijo: ‘este es el centro’. Y me di cuenta que no estaba en Roma, y sentí que algo se despertó. Es allí que hay que ir, la evangelización es esta. Podemos hacer muchas cosas… no hay problema, y el Año de la Fe es una experiencia hermosa como todo el resto, pero si falta la consciencia, de la exigencia del apostolado, caeremos en la rutina y podremos hacer muchas cosas, pero servirán poco.