El papa invita a los futuros nuncios a vivir su ministerio con libertad interior

Lo ha dicho el santo padre en la audiencia de esta mañana a la Pontificia Academia Eclesiástica

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Esta mañana el santo padre ha recibido en audiencia a los miembros de la comunidad de la Pontificia Academia Eclesiástica. Se trata de los sacerdotes (unos 40) que estudian y se preparan para representar a la Santa Sede en el servicio diplomático en las nunciaturas de todo el mundo.

En primer lugar el papa Francisco ha dirigido un saludo al presidente, monseñor Beniamino Stella y le ha dado las gracias por sus palabras «haciendo memoria de las visitas que he podido hacer en el pasado a vuestra casa».

Les ha recordado que se están preparando a un misterio de particular compromiso que les pondrá al servicio directo del sucesor de Pedro, de su carisma de unidad y comunión y de su preocupación por toda la Iglesia y les ha insistido en que para esta labor es necesaria «una gran libertad interior». «Vivid estos años de vuestra preparación con compromiso, generosidad y grandeza de alma, para que esta libertad puede realmente tomar forma en vosotros», les ha animado Francisco.

A continuación, el santo padre ha explicado qué significa esta libertad interior. «Sobre todo significa ser libres de proyectos personales, ser libres de proyectos personales, de algunas modalidades concretas con las cuales quizá, un día, habías pensado vivir vuestro sacerdocio, de las posibilidades de programar vuestro futuro, de la perspectiva de permanecer durante mucho tiempo en ‘vuestro’ lugar de acción pastoral».

También hay que hacerse libres, ha explicado, respecto a la cultura y a la mentalidad de la que se procede, no para negarla u olvidarla sino para «abriros en la caridad, a la comprensión de culturas diferentes».

Del mismo modo les ha recordado que deben estar libres de ambiciones o miras personales y poner siempre en primer lugar el bien superior de la causa del Evangelio y el cumplimiento de la misión confiada.

Y les ha exhortado: «por favor: no al carrerismo». Por esta razón, ha insistido el papa, «debéis estar dispuestos a integrar toda vuestra visión de la Iglesia, incluso legítima, cualquier idea personal o de juicio, en el horizonte de la mirada de Pedro y de su misión particular al servicio de la comunión y de la unidad del rebaño de Cristo, de su caridad pastoral, que abarca todo el mundo, y que, gracias a la acción de las Representaciones Pontificias, desea estar presente sobre todo en aquellos lugares, a menudo olvidados, donde mayores son las necesidades de la Iglesia y de la humanidad.

Ha continuado señalando que el ministerio para el que se preparan, es un ministerio no una profesión, les invita a salir de sí mismos a través de un intenso viaje espiritual. A la luz de la fe, podemos vivir la libertad de nuestros proyectos y de nuestra voluntad, no como un motivo de frustración y de vacío, sino como una apertura al don sobreabundante de Dios, que hace fecundo nuestro sacerdocio».

El papa Francisco les ha mencionado de nuevo las palabras que su sucesor, Benedicto XVI les dirigió en el 2011, «donde hay apertura a la objetividad de la catolicidad, allí está también el principio de una auténtica personalización». Así mismo, les ha invitado a cuidar la vida espiritual, «que es la fuente la la libertad interior».

En este momento ha recordado al beato Juan XXIII, «su servicio como representante Pontificio fue una de las tareas, y no la menos importante, en las que se formó su santidad. Releyendo sus escritos, impresiona el cuidado que él siempre puso en la vigilancia de su propia alma, en medio de los más variadas ocupaciones en el campo eclesial y político. De ahí surgían su libertad interior, la alegría que transmitía al exterior, y la misma eficacia de su acción pastoral y diplomática».

Finalizando el discurso ha dedicado unas palabras a las hermanas, «que desarrollan con espíritu religioso y franciscano su servicio cotidiano en medio de vosotros». Las ha definido como madres que les acompañan con la oración, con sus palabras sencillas y esenciales y sobre todo con el ejemplo de fidelidad, de dedicación y amor. Del mismo modo, el santo padre ha agradecido a los laicos que trabajan en la Casa, y de ellos ha dicho que son «presencia escondida, pero importante quesos permiten vivir con serenidad y compromiso vuestro tiempo en la Academia».

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ZENIT Staff

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