Ha sido beatificada en Cracovia en el santuario de Lagiewniki, la madre Sofia Czeska, fundadora de las Vírgenes de la Presentación de la Beata Virgen María.
Juan Pablo II en su exhortación apostólica Vita Consecrata escribía: «En la historia de la Iglesia, desde la antigüedad hasta nuestros días, abundan ejemplos admirables de personas consagradas que han vivido y viven la aspiración a la santidad mediante la labor pedagógica y que, a su vez, proponen la santidad como meta educativa. De hecho, muchas de ellas han alcanzado la perfección de la caridad educando. Este es uno de los dones más preciados que las personas consagradas pueden ofrecer hoy también a la juventud, brindándole un servicio pedagógico rico de amor».
Entre estas personas está también una aristócrata polaca, la madre Sofia Czeska, que acaba de ser elevada a los honores de los altares. Sus obras – el instituto para las chicas pobres y huérfanas y la Congregación religiosa de las Vírgenes de la Presentación de la Beata Virgen María – existen hasta hoy y esto quiere decir que no eran obras solamente útiles y necesarias para su época sino también providenciales.
En 1584 en la noble familia polaca de Maciejowski nació el tercer hijo de Mateusz y Katarzyna: Sofía. La pequeña Sofía Maciejowska crecía en las propiedades de la familia que se encontraban entre la ciudad de Cracovia y Sandomierz en la región de Polonia llamada Małopolska (pequeña Polonia).
A los 16 años – en aquella época era la edad en que se casaban – fue entregada como esposa a un noble, Jan Czeski, tomando su apellido. Lamentablemente, después de solo seis años quedó viuda y sin hijos.
Muchos caballeros intentaron casarse con ella porque era todavía joven, guapa y rica. Pero la mujer hizo otra elección: decidió consagrar su vida a la obras de misericordia. Sofía ya desde 1602 pertenecía a la archiconfraternidad de la Misericordia activa en Cracovia en la iglesia de santa Bárbara de los jesuitas.
En aquel periodo daba limosna a los necesitados pero también a las iglesias y monasterios. Pero la actividad caritativa no le satisfacía plenamente: movida por la fe profunda y del amor por Cristo decidió dar todo lo que poseía a Dios y los necesitados. En los años 1621-1627 – con los propios medios en la casa comprada en Cracovia en via Szpitalna 18 – un Instituto “Domus Virginum Praesentationis Beatissimae Mariae Virginis” (llamado también “Domus pro orphanellis”) para chicas jóvenes y huérfanas: era la primera escuela femenina formalmente organizada en Polonia.
La madre Sofía estaba convencida de haber recibido de Dios la llamada a asumir la obra de educación de las chicas y quería servirle también en lo que es más importante: en su camino a la salvación y a la santidad.
Pero para asegurar el futuro del Instituto no bastaban los fondos: eran necesarias personas, educadoras como ella, dedicadas completamente a la obra comenzada por ella. Con este objetivo comenzó a organizar una orden religiosa con el nombre «congregación de las Vírgenes de la Presentación de la Beata Viren María» (llamada solamente Hermanas de la Presentación). El nombre no es casual, en la espiritualidad de la Madre Sofía había dos factores de gran importancia: la adoración eucarística y la devoción mariana. Pero la Congregación fue reconocida después de la muerte de la fundadora, en 1660 el obispo de Cracovia y más tarde también la santa sede aprobaron sus estatutos.
La obra de Madre Sofía se incluía en el proceso de la profundo renovación de la Iglesia católica después del Concilio de Trento (1546-1563), que comenzaba a dar sus frutos al inicio del siglo XVII. En estos cambios tuvo un rol importantísimo la Compañía de Jesús: los jesuitas conseguían influir tanto en la iglesia como en la sociedad gracias a sus famosos colegios que fundaban en los conventos.
Los jesuitas dejaron una marca importante en la espiritualidad de la Congregación fundada por la Madre Sofía: las hermanas conjugaban la vida comunitaria con la vida activa fuera del convento, consagradas a la educación de las chicas y la atención de las huérfanas.
Las Hermanas de la Presentación desde hace cuatro siglos continúan la obra de la Madre Sofía y siguen fieles al carisma original de la fundadora dirigiendo escuelas, colegios, guarderías, orfanatos y centros de reinserción social.
El cardenal Wojtyła a menudo veía a las Hermanas y en sus discursos y homilías afrontaba el argumento del carisma de la Congregación y de la espiritualidad mariana a la luz de la Presentación de María al Templo. Este cercano contacto continuó también después de la elección del cardenal Wojtyła como papa.
La Madre Sofía Czeska gozó siempre de fama de santidad, tanto en vida como después. Su tumba es lugar de oración. La fase diocesana del proceso de beatificación fue abierta por el cardenal Franciszek Macharski el 1 de abril de 1995. El 27 de junio de 2011, el santo padre Benedicto XVI, recibiendo en audiencia privada al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, autorizó a la Congregación a promulgar el Decreto de las virtudes heroicas de la sierva de Dios Sofía Czeska.
Hoy, con su beatificación, los profesores y los educadores tendrán en el cielo a una benevolente patrona.